Las calles, vías y lugares públicos de las principales ciudades del país, desde bastante tiempo atrás, son convertidas en mercados por los “comerciantes informales”. En las calles se vende productos y mercaderías de toda índole. Se expende comida, convirtiendo así las calles en “comedores populares”; también se vende infinidad de comestibles y artículos de primera necesidad, que son expuestos, permanentemente, a la intemperie con total falta de higiene y salubridad, significando un serio riesgo para la salud de los consumidores. También se vende cosméticos, licores, fármacos, ropa, etc. De esta manera, las calles son convertidas en gigantescos mercados al aire libre.
Esta situación conflictiva que se vive en las ciudades del país, ocasiona permanentes congestionamientos vehiculares, dificultando el tránsito de los peatones, quienes tienen que lidiar, todos los días, con motorizados y vendedores, corriendo serios riesgos de ser atropellados, porque las aceras y hasta las calzadas son ocupadas por los vendedores.
Estos comerciantes dejan, en las noches, en plena calle sus mercaderías y toneladas de basura producida en el día, en lugares que son convertidos en gigantescos mingitorios al aire libre, ocasionando la contaminación ambiental, de donde provienen muchas enfermedades.
La limpieza y el aseo de las vías públicas son pagados por los propietarios de inmuebles, en factura de energía eléctrica, donde dice “aseo urbano”. Se puede entender que los vendedores no pagan por esos servicios.
En la ciudad de La Paz varios mercados fueron construidos con el fin de albergar a estos comerciantes, pero en un ochenta o noventa por ciento esos mercados permanecen desocupados, con puestos cerrados. Nos referimos a los céntricos mercados: Lanza, Camacho, Kollasuyo (Villa Copacabana) y otros, aunque sus infraestructuras ofrecen muy buenas condiciones y comodidades para la venta de los productos y cuentan con ambientes destinados para comedores populares, pero al no ser ocupados quedan como elefantes blancos, sin utilidad y sólo sirven como depósitos, algunas veces como refugio de personas de la calle, donde pululan los ratones. Es decir que son otra fuente de contaminación ambiental de la ciudad.
¿Por qué se prefiere vender en las calles? El comercio informal en las calles tiene muchas ventajas sobre el comercio formal, porque ellos no tributan al fisco al no expedir facturas por la venta de sus mercaderías, y se dice que en algunos casos asciende a elevadas sumas. No llevan libros de contabilidad, no pagan alquileres ni servicio de energía eléctrica, agua, etc. A todo ello contribuye también la falta de cultura ciudadana y educación de los compradores, quienes prefieren proveerse de las calles y no así de los ambientes destinados para ello.
Por el contrario, los “comerciantes formales” y los artesanos son obligados, por el fisco, a cumplir con muchas obligaciones tributarias. Incluso ahora se ha creado otra obligación más para ellos, como es el pago de “doble aguinaldo”. De esta manera se está asfixiando al “comercio formal”, cuyos miembros van a tener que salir a las calles para vender sus mercaderías y así convertirse en “comerciantes informales”. El comercio informal es muy perjudicial para la población porque daña la salud y afecta al desarrollo humano de los ciudadanos.
Se pudo constatar que entre los “comerciantes informales” se camuflan muchos contrabandistas, con grandes capitales, que tienen sus asociaciones o sindicatos de “comerciantes minoristas”, donde se conoce que por medio se mueve mucho dinero, porque los dirigentes de estas organizaciones, que se “lotearon” las calles como si fueran de su propiedad, se benefician con la venta de los “puestos” y han visto una forma de amasar fortuna, porque adquirir un puesto en la calle cuesta dólares.
A estas alturas del tiempo, creemos que es hora de que las autoridades municipales impongan la ley, obligando a todos los vendedores de las calles a ocupar los ambientes de los mercados destinados para ello. Además, no deberán continuar concediendo más licencias para la instalación de “puestos callejeros”, imponiendo a los infractores fuertes multas, tanto a vendedores como a compradores en las calles, para de esta manera dar una solución definitiva a este problema tan álgido que confronta la ciudad. ¿Hasta cuándo esta maravillosa ciudad de La Paz ha de ser una aldea grande y gigantesco mercado persa? Dios ilumine a nuestras autoridades.
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