La muerte sensibiliza y estremece a unos y a otros les es indiferente, me enlisto en el sentimiento de la gratitud por la sabiduría y los valores morales que recibí transferidos en la universidad por este preclaro hombre de las letras, paradigma de férrea conducta moral, consecuencia de sus acciones que le confirieron una firme estructura a su inefable e insobornable personalidad.
El intelectual desaparecido atribuyó en toda su vida la primacía al espíritu, a la idea, a la razón. En el aspecto más práctico relacionado con la pedagogía y la cultura, Jorge Siles Salinas cultivó el intelectualismo, pero sin detrimento a las demás fuerzas del espíritu, sin conceder excesivo ámbito a la vida intelectual, con lo que logró el nivel excelso de un ser humano: el equilibrio y la justa ponderación intelectual.
Como escritor, Siles Salinas fue brillante en sus postulados y nos queda afortunadamente sus libros para consulta frecuente y deleitarnos con su excepcional dominio de la lengua española.
La ciencia de la educación fue su pasión que lo condujo a ocupar la rectoría de la principal universidad del país. Sus clases no se reducían al mero arte de la pedagogía, sino que describía, fundamentaba y sistematizaba el contenido de sus cátedras con el proceso cultural, utilizando un lenguaje que acariciaba la perfección, motivando en sus oyentes la tendencia a enamorarse de la lengua española, por su riqueza en los conceptos, la diversidad y las alternativas sin fin de la expresión, dominando la retórica con conocimiento llamativo y acabada destreza.
La muerte, como cesación de la vida, nos priva de la presencia activa de un hombre excepcional y, cuando se deja de existir después de una vida tan fructífera en ofrenda exclusiva al prójimo, se obtiene la inmortalidad.
El autor es Abogado Corporativo, escritor.
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