[Eric Cárdenas]

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Las elecciones del pasado 12 de octubre, no obstante las irregularidades atribuidas a algunas autoridades electorales, en especial en el cómputo de votos, han determinado -una vez más- el triunfo electoral del partido que ejerce el poder político del Estado hace casi 9 años consecutivos y gobernará hasta el año 2020, con lo que el caudillo presidente habrá estado en la presidencia 14 años, superando en tiempo a dos grandes presidentes de la República de Bolivia, el Mariscal Andrés de Santa Cruz y Víctor Paz Estenssoro.

En los recintos electorales donde votaron sectores sociales de clase media y media alta, si bien el candidato opositor de Unidad Democrática obtuvo mayoría de votos, el candidato oficialista se acercó a un tercio de los votos de los cuatro candidatos opositores y en los denominados sectores populares fue a la inversa. En el área rural la votación fue mayoritariamente por el oficialismo y en general la votación del oficialismo fue en línea, es decir por los presidenciables y uninominales, no impactó ni siquiera el caso de una candidata que no residió los últimos 2 años en el distrito al que ahora representa.

Lo cierto es que ganó el MAS con más o menos votos que los declarados por el Tribunal Supremo Electoral, lo que importa que el grupo gobernante -una nueva oligarquía- estará cinco años más en el gobierno del denominado proceso de cambio (?), en el que los cambios son tan escasos, que hay varios ministros que están en sus funciones casi 9 años y seguramente estarán 14, lo mismo que algunos funcionarios del servicio exterior. Si calculamos los salarios percibidos por el grupo gobernante en los órganos Ejecutivo y Legislativo, con un promedio mensual de 15.000 bolivianos, tenemos que en 108 meses han percibido 1.620.000 bolivianos. Seguramente ante esta cifra el presidente del Senado Eugenio Rojas declaró varias veces que los bolivianos ya no somos pobres, confundiendo la situación de casi todos los ciudadanos, con la propia.

La política oficialista de confrontación no ha de cambiar, pues a los días de los resultados electorales, el re-re-electo presidente caudillo arremetió contra la Iglesia Católica y sus medios de comunicación, e insultó a los presidentes de los países que conforman la Alianza del Pacífico, denominándolos “sirvientes del imperialismo”, además categóricamente ratificó la política de no “amnistía” para el millar y más de compatriotas que en este régimen se han exiliado ante la persecución política con disfraz judicial.

La política del derroche de recursos públicos seguramente no cambiará, pues ya en su propuesta electoral, el oficialismo ofertó adquirir un nuevo satélite, que seguramente tendrá un costo parecido a los más de 300 millones de dólares, que el adquirido; construir una planta de energía nuclear con un costo de 2.000 millones de dólares (el costo final de estas plantas se acerca a los 5.000 millones) y otras propuestas millonarias, para un país que pese a recibir ingresos cinco o más veces más que antes de este Gobierno -debido a la elevación de los precios de hidrocarburos y minerales- sigue siendo un país pobre, en especial con un bajísimo nivel de desarrollo humano (el más bajo después de Haití).

Precisamente el bajo índice de desarrollo humano de los bolivianos es consecuencia de la deficiente educación, difícil acceso a la salud, el desempleo (70% de la población económicamente activa está en el sector informal, sin seguridad social ni salario fijo), sin acceso a la justicia, por ser ésta inexistente y otras variables.

Contribuyeron al triunfo del oficialismo en las urnas, los dirigentes de los partidos políticos de oposición, que se dividieron y fragmentaron el voto, pese a que el 64% de encuestados pidió un solo candidato de oposición. Fueron derrotados por su soberbia o acaso -en algún caso- por funcionales al oficialismo, pues sabían que sus candidaturas restaban votos a la oposición, lo que nos lleva a pensar si en la terminología política popular se incorporará el “tutismo” como sinónimo de división del voto opositor, como en su tiempo lo fue el “pachacutismo” como sinónimo de quien presta servicios a varios gobiernos.

Deseamos, en verdad, por el bien de todos los bolivianos, que el oficialismo encare un cambio dentro de su cambio, y mire la realidad nacional por encima del caudillismo.

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