Las acusaciones de corrupción inflamaron ayer el último debate en televisión antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil, que mañana enfrenta a la actual jefa de Estado, Dilma Rousseff, y el opositor Aécio Neves.
Los escándalos de desvíos de dinero público que, en los últimos años, han salpicado tanto al Gobierno brasileño como a las gobernaciones controladas por la oposición entreveraron todo el encuentro, organizado por la televisión Globo, y propiciaron los momentos más tensos entre ambos candidatos.
El debate también tocó otras cuestiones candentes durante la campaña, como la crisis económica, la precariedad de la educación y la salud públicas o las políticas sociales, que son la principal baza de Rousseff de cara a las elecciones en las que, según las encuestas, es favorita con seis a ocho puntos de ventaja.