[Alberto Zuazo]

Punto aparte

Adiós al mayor humanista de Bolivia


Una de las mayores personalidades intelectuales de Bolivia partió hacia el más allá. Jorge Siles Salinas padeció en los últimos meses dolencias físicas que no las pudo superar, después de haber tenido una dinámica y prolífica existencia.

Ha sido abogado, brillante autor de libros, orador fecundo, académico universitario que llegó a ejercer las rectorías de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y de Nuestra Señora de La Paz, aparte de dictar cátedras en dos de las principales universidades de Chile; fue un lúcido parlamentario, integrante de las academias de la Lengua e Historia, en las que le encomendaron su Dirección y su Presidencia, respectivamente; desempeñó funciones de Embajador en la Santa Sede y Uruguay, así como el Consulado General en Chile; en la actividad periodística ocupó la Dirección del vespertino Última Hora, y en 2003 se le confirió el Premio Nacional de Cultura.

Su ausencia deja un vacío que difícilmente podrá ser llenado en estos días. Su talento, conocimientos y sabiduría lo encumbraron hasta constituirse en el número uno de los humanistas del país.

Otras facetas suyas fueron su fidelidad a la Iglesia Católica y haberse distinguido como un ser social de excepción. Cultivaba la amistad y desbordaba en afectos a cuantos conocía y trataba. Su sencillez en las relaciones humanas cobraba tanta intensidad que eliminaba diferencias y barreras que pudieran interferir su comunicación con los demás. Con ello, se erigía en el arquetipo de lo mejor de la especie humana.

Escribió casi hasta el límite de sus últimos días, con la colaboración de una secretaria. Como tantos otros intelectuales de renombrada trayectoria, no llegó a utilizar la computadora. Sentía que perdía la intimidad de su pensamiento y la precisión en sus expresiones.

Todas sus inquietudes y preocupaciones las dedicó a esta Patria que amaba sin límite alguno. Sufría hondamente por sus infortunios, pero, a la vez, se esmeraba en poner en alto sus valores y su singularidad. Anhelaba que se constituya en un puntal del crecimiento y del progreso de la región. Se debatía, pues, entre las angustias y las esperanzas, como hijo compungido de una madre digna de mejores días.

En el último de los libros que publicó, con el imperativo título: “Sí, el Mar”, relata la misión que cumplió como Cónsul General en Chile, con rango de Embajador. En este rol, participó en la negociación boliviano-chilena de 1986-87, durante el último gobierno del presidente Víctor Paz Estenssoro, pese a guardar con él fuertes distancias políticas y exilios. Pero, en él, pesaba más el servicio a la Patria que los sentimientos personales.

“Ese Sí -explica Siles Salinas- es una respuesta a nosotros mismos, para afianzar una voluntad y una vocación que nos mueve a desconocer un enclaustramiento que no merecemos, que no se justifica en el tiempo de la integración y del reconocimiento de una comunidad entre pueblos poseedores de un mismo origen y una misma cultura”.

En otro párrafo, sus convicciones las torna más expresivas: “Y es también una respuesta a quienes no nos entienden, a quienes se empeñan en mantener una postura de obcecación, esto es, de ceguera y confusión ante lo que es evidente: que Bolivia tuvo mar y no renunciará jamás a la idea de volver a tener acceso a la costa, por los medios superiores de la negociación, el entendimiento, la conciliación de intereses”.

Poco antes del referido libro, Siles Salinas publicó la segunda edición de su obra “Historia de la independencia de Bolivia”, en 2009. La primera se editó en España, en 1992, como parte de la colección “Mapfre 1492, dedicada a recordar el V Centenario del Descubrimiento de América.

Al hacer una breve síntesis de los contenidos de su obra, llega a estas conclusiones relevantes: “Las naciones de América no nacen con la independencia, sino mucho antes, desde el Siglo XVI, según las circunstancias de cada país. La emancipación no significa la abolición del pasado pre republicano ni la ruptura de la continuidad histórica. Desde la Conquista, hay un proceso fundamental de fusión de razas y culturas, de mestizaje. La incorporación a Occidente es desde entonces el hecho decisivo que da origen a una comunidad histórica y cultural -guardando peculiaridades y diferencias con los países europeos- teniendo como base la evangelización, la comunidad en el lenguaje, la participación en una vida histórica común”.

Siles Salinas escribió muchas otras obras, sobre temas específicos de su preferencia y dominio, pero donde exhibe toda su diversidad de humanista es en cinco tomos que escribió bajo el título de “Política y Espíritu”. Se trata de ensayos de alto valor intelectual, muchos de los cuales publicó separadamente en distintos medios de comunicación, dentro y fuera del país.

La lectura de estos textos es como insumirse en muchos mundos, realidades y percepciones, propias y ajenas. Estas últimas, porque merecieron su atención ante la trascendencia de sus alcances y le indujeron a compartirlas, en unos casos; ampliarlas, en otros, con sus percepciones propias; así como diferir sin ambages ni contemporizaciones, en ciertas oportunidades. Sus experiencias personales y las reacciones que le suscitaban diariamente los acontecimientos nacionales y globales lo convertían en una especie de cirujano. Cuando, con mente sabia y mano diestra, secciona con el bisturí lo que está bien o es desechable.

El extinto compatriota deja a los bolivianos una excelsa herencia, destinada a perdurar por siempre, como un tesoro que eleva a la cultura boliviana al rango universal. Más todavía, induce a los espíritus que se cultivan a seguir creciendo. También puede manifestarse que queda mucho espacio para seguir la magistral huella que nos legó un ser superior.

Jorge Siles Salinas nació en La Paz el 28 de octubre 1926; al producirse su deceso, el miércoles último, le faltaban 6 días para llegar a 88 años de edad. Sus padres fueron el ex presidente Hernando Siles Reyes (1926-1930) y Luisa Salinas Vega. Su primera esposa ha sido la historiadora María Eugenia del Valle, de nacionalidad chilena, fallecida en 1994. Tuvieron cuatro hijos: Diego, Juan Ignacio, Paula y María de la Trinidad (Trini). En segundas nupcias, se casó con Rosario (Bebé) Salinas. Tuvo dos hermanos presidentes: Luis Adolfo Siles Salinas y Hernán Siles Zuazo, éste último de padre.

En los días postreros de su existencia, Jorge usó el teléfono para despedirse de sus amistades más cercanas, pidiéndoles, con voz casi apagada, que asistan a su sepelio y oren a Dios por su alma.

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