Sin lugar para la menor duda, La Paz es maravillosa. Desde el punto de vista topográfico es espectacular al pie de la montaña más hermosa del planeta: el Ilimani. Esta ciudad se caracteriza por los antecedentes de su población y, se puede decir sin rodeos, marca la orientación histórica de toda la sociedad boliviana, a la que permite marchar siempre hacia delante y dejar atrás los regímenes utópicos que miran al pasado y que tratan de eternizar los resabios de su pasada existencia.
Desde el punto de vista histórico, el pueblo que da vida a La Paz fue protagonista de los más importantes hechos de la vida de Bolivia durante los últimos 500 años, pero, en particular, de los dos últimos siglos. Protagonizó la resistencia contra el cerco de Túpac Katari y no se rindió ante el hambre ni el terror. Luego, en 1809 encabezó el movimiento libertario más importante de América y fue paradigma continental al plantear nuevos objetivos económicos y políticos.
Durante la etapa republicana no vaciló en levantarse en defensa de la Nación y derrotó a los invasores en el campo de batalla de Ingavi, en Viacha. No dejó de combatir, desde entonces, por la defensa de la democracia destruida por corrientes políticas antinacionales. En esa secuencia el pueblo paceño se levantó el 15 de enero de 1871 contra la tiranía feudal y colonial de Mariano Melgarejo y lo derrotó en una insurrección. No vaciló en incendiar la ciudad para recuperar la dignidad nacional.
En 1899, el pueblo paceño dio otro ejemplo en una nueva insurrección. Luego de organizar un nuevo ejército y desatar una guerra civil que duró cuatro meses, derrotó al régimen conservador. En esa lucha para hacer avanzar la historia de la sociedad boliviana, el pueblo paceño fue el actor la insurrección de abril de 1952, a la que siguieron rebeliones sociales siempre con la meta de hacer de Bolivia una nación democrática.
Pese a esos antecedentes, La Paz maravillosa hoy está venida a menos y no es protagonista de actos heroicos. La ciudad está abandonada, no tiene aceras en buen estado, las calles están llenas de hoyos y mendigos, todas las paredes pintadas de grafitis. Está saturada de contaminante basura y ruidos, enloquecida por bloqueos y marchas, con el tránsito congestionado. Algunos progresos son como gotas en el mar.
La Paz está bajo la agresión de conductores de vehículos que no conocen el respeto, tocan bocinas y sirenas y pierden los frenos dando muerte a inocentes transeúntes. Una cadena sin fin la hace de La Paz la ciudad más sucia y descuidada del país, aspectos que se debe corregir para recuperar el título que merece.
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