Buscando la verdad
“Cuenta un relato bíblico que José -hijo de Jacob- fue llevado a Egipto, donde luego de vencer el acoso femenino más antiguo de la historia (creo) y de entrar injustamente a la cárcel, ganó el favor del Faraón que estaba abrumado por dos sueños que había tenido.
En el primer sueño vio salir del río Nilo 7 vacas hermosas y gordas, y detrás de ellas 7 vacas feas y flacas, que se comían a las primeras; en el segundo vio 7 vigorosas espigas de trigo, y detrás de ellas otras 7 decrépitas y flacas, que devoraban a las primeras. Como nadie descifraba el enigma trajeron a José de la cárcel, sabiendo del don de revelación que Dios le había dado.
José interpretó que los dos sueños significaban lo mismo: habría 7 años de abundancia, seguidos de 7 años de escasez que arruinarían a Egipto. Para evitarlo, aconsejó buscar una persona sabia que administrara la situación. Faraón hizo a José… ¡Gobernador de Egipto!
Durante los siete años de abundancia, José acopió mucho trigo en el país. Fue prudente y no regaló trigo, bonos, dinero ni nada parecido. Acabado el auge, llegó la hambruna al mundo y la gente venía a Egipto a comprar trigo, el que José suministraba sabiamente.
Temeroso de Dios como era, José no cayó en la tentación de embriagarse con el poder que había adquirido. La Biblia no relata, por ejemplo, que hubiera intentado siquiera convertirse en héroe haciéndose dibujar como Súper-Pepito en un papiro-comic para ser admirado por los niños. Nada de eso. José no sólo sabía que “alabanza en boca propia es vituperio” -como dice una bella amiga- sino que él mismo se respetaba. Hermosa historia”.
Lo anterior lo escribí a fines del año 2008 con carácter de advertencia en un periódico de circulación nacional: un año más tarde las exportaciones bolivianas caían en nada más y nada menos que en 1.500 millones de dólares demostrando que no habíamos estado tan blindados como se creía, impactando ello sobre el crecimiento del Producto Interno Bruto.
Todo lo que sube, baja, dice el adagio y es verdad. El auge no es eterno. El ciclo económico no depende de los defenestrados FMI y Banco Mundial, sino del sistema económico vigente. Lo sabe la China que crece mucho menos. Lo sufre Brasil con su recesión técnica. Lo sabe Venezuela por su hiperinflación y decrecimiento. Y Chile, en su desaceleración. Igual Argentina con su default técnico. Lo debería saber también Bolivia. Administrar bonanza es facilito, pero, ¿una crisis provocada por una prolongada caída de los precios de las materias primas?
El autor es economista, Magíster en Comercio Internacional.
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