La Policía, a través de su división de Tránsito, decide, de tanto en tanto, realizar inspección de vehículos dizque para “establecer el buen funcionamiento de los rodados”. La verdad es que la experiencia ha mostrado, en múltiples oportunidades de las últimas cinco décadas, que todo el procedimiento de inspección y verificación del estado de automotores es, simplemente, la verificación de luces, el funcionamiento de limpiaparabrisas y otros detalles mínimos.
La proliferación de accidentes, debido a la antigüedad del vehículo, mal mantenimiento, con frenos totalmente gastados, amortiguadores que no sirven, llantas viejas y sin huella alguna, excesivo uso de las baterías y muchos otros detalles importantes determinan fallas, aunque en la inspección basta una simple mirada para decir: “está todo bien”.
Hay accidentes casi diarios por el pésimo mantenimiento y funcionamiento de taxis, minibuses, buses, camiones y todo tipo de vehículos sin que autoridad alguna disponga los remedios precisos o retire de circulación aquellos automotores que están en pésimo estado.
¿Cuánto se evitaría en accidentes con muertos, heridos y pérdidas de bienes si las autoridades hiciesen inspecciones “sorpresa” en vehículos de transporte público? ¿Por qué colectivos de líneas antiguas siguen funcionando con llantas viejas, amortiguadores inservibles, interiores destartalados, etc., etc.?
Que no hay fuentes de trabajo, que los choferes no tienen cómo ganar dinero para su subsistencia y de sus familias, que la vida diariamente está más cara, y otras razones, es innegable; pero ello permite que se maneje vehículos en pésimo estado, exponiendo la propia vida y la de los pasajeros. ¿Se justifica que las autoridades de Tránsito se hagan las de “la vista gorda” porque no hay trabajo para choferes que incumplen reglamentos?
La “roseta” de inspección es, en muchos casos, sólo un negocio que aumenta las arcas policiales; las exigencias para el logro de la roseta son múltiples porque hay acudir a un banco, recabar fotocopias del carnet de identidad, del carnet de propiedad, etc., etc., que implican pérdida de tiempo. Parece que todo el proceso es para “demostrar que se trabaja”, cuando, en realidad, se perjudica a todos los propietarios de vehículos, sean de servicio público o de uso privado.
Inspecciones cada tres meses y que no sirven, no se justifica. Que haya dos por año y bien efectuadas, será plausible por los mismos propietarios y choferes de automotores; pero, ¿aprenderán las autoridades policiales normas elementales para inspeccionar realmente? La continuidad de accidentes con muchos muertos y heridos obliga a que se tome las medidas precisas en lo que se refiere a la inspección del estado en que se encuentran especialmente vehículos de servicio público.
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