Jorge Arteaga Zambrana
El ser humano empezó a domesticar a las vacas hace unos 11 mil años. Sin embargo, hasta el Siglo XVIII, la leche era un producto de bajo consumo, pues tenía el inconveniente de que sólo se podía conservar durante pocas horas. No era fácil, por ese motivo, brindar abastecimiento de productos frescos ante las necesidades urbanas. Recién en el Siglo XX, luego del descubrimiento de la pasteurización y la posibilidad de conservarla, la leche se impuso como bebida y su producción se industrializó.
Actualmente, las vacas lecheras de razas mejoradas se han convertido en verdaderas máquinas productoras de leche, con producciones de hasta casi 50 litros diarios y promedios de 20 a 30 litros. Para mantener estas producciones tan elevadas, se requiere animales de buena genética, climas templados, una sanidad e higiene inmaculados y, sobre todo, una alimentación bien equilibrada, puesto que no se puede exagerar con algunos suplementos por su alto costo, lo que ocasiona que una granja lechera se vuelva económicamente inviable; o, se subalimente al ganado ocasionando que el animal no rinda de acuerdo con su capacidad genética.
La Organización Mundial de la Salud recomienda un consumo per cápita de 182 litros de leche al año; sin embargo, en Bolivia sólo se consume 43. La buena noticia es que la producción lechera del país se ha incrementado en un 134% entre el periodo 2000-2012, alcanzando los 363 millones de litros el 2012.
Con el Fondo Pro Leche creado por el actual Gobierno y el nuevo impuesto de Bs.0,40 por botella de cerveza a favor de los programas lecheros, el crecimiento del sector en el 2013 fue del 20%. “Un vaso de leche por día” para cada niño en Bolivia, es el nuevo programa gubernamental digno de elogio, que marca el largo camino que aún tiene el país por delante.
Cochabamba y Santa Cruz son los principales productores del país. Cuentan con grandes campos ideales para producir los forrajes necesarios para realizar una lechería exitosa a bajo costo y, literalmente, tienen el potencial para multiplicar su actual producción. Chuquisaca y Tarija también cuentan con varias lecherías pequeñas manejadas rústicamente en su mayoría, pero con interesantes producciones. El Altiplano de Oruro y La Paz está dando una sorpresa en el crecimiento de su ganado lechero de la raza holstein, que está bien adaptado a los 4.000 msnm, y con promedios de producción superiores a los del oriente boliviano. En Beni, Pando y Potosí, la lechería aun ha sido muy poco desarrollada; sin embargo, la introducción de nuevas variedades de forrajes y animales mejor adaptados está empezando a dar sus frutos.
Por supuesto, existen algunas personas que no deben tomar leche debido a que sufren de intolerancia a la lactosa y/o a otros componentes de la leche; sin embargo, para el resto de las personas la leche es uno de los alimentos más completos conocidos, por lo que incentivar su producción y consumo es una prioridad nacional. Para lograrlo se necesita incentivos y cooperación gubernamental; especialmente, en la generación de nuevos técnicos, profesionales y emprendedores capaces de llevar esta labor con excelencia.
Jorge Arteaga Zambrana es Licenciado en Administración de Organizaciones, Gerente General de la Editorial Riquezas SRL y co-autor de la Enciclopedia Bolivia Agropecuaria y de los 7 libros de la Colección “Bolivia Agropecuaria” de pronta publicación.
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