Tragedia estudiantil en el Chapare

Uno de los sucesos más dolorosos del año en el país se registró hace pocos días en un río del lugar conocido como Entre Ríos, en el centro del Chapare cochabambino, próximo a Bulo Bulo, en el cual fallecieron ahogados de la forma más increíble, ocho jovenzuelos potosinos de alrededor de 17 años, quienes estaban de viaje a Santa Cruz, culminando sus estudios en el colegio “Oscar Alfaro”. El hecho conmovió a la opinión pública en general y su conocimiento traspasó las fronteras e inclusive llegó a oídos del Papa Benedicto en momentos en que era visitado por el presidente Evo Morales.

Esa tragedia en el río Ichoa se suma a otras desgracias que en tiempos recientes suceden en diversos distritos del país y forman parte de la cadena de mortales accidentes de tránsito, asesinatos y violaciones, delitos de los que son víctimas especialmente jóvenes. Tal el caso de otro espantoso episodio ocurrido en Santa Cruz, donde dos docenas de jóvenes estudiantes se dedicaban a la “huija”, instigados por personas mayores y que estuvieron a punto de perecer colectivamente. Este asunto se añadió al que ocurrió en México, donde 43 estudiantes fueron secuestrados por desconocidos y no se tiene de ellos mayor información.

Los detalles del drama estudiantil no son bien conocidos y existen versiones contradictorias sobre su ahogamiento en el borde de un río. La versión de que bajaron de un bus para “refrescarse” en la corriente de agua, es poco clara. También resulta extraño que ocho de once jovencitos hubiesen sido arrastrados y muertos por las aguas, sin que hubiesen podido pedir ayuda y sin que nadie les preste el menor auxilio, en especial los maestros que estaban bajo su cuidado y los campesinos del lugar.

Pese a todas las disposiciones, el horrible hecho no pudo ser atenuado por la cooperación oficial que dispuso el traslado de los restos de las víctimas a su ciudad natal, Potosí, así como las lamentaciones de los responsables del grupo de 34 estudiantes, el duelo oficial, algunas explicaciones de funcionarios públicos y las declaraciones de varios testigos. El dolor producido por la tragedia quedó como un trauma social profundo e irreversible.

Finalmente, ante la magnitud de la desgracia, el mismo Ministerio de Gobierno instruyó la investigación “a detalle”, esperando se conozca toda la verdad del caso y, al mismo tiempo, encontrar a los responsables, para evitar que hechos parecidos vuelvan a producirse y se cumplan disposiciones en vigencia dictadas con anterioridad ante infaustos incidentes similares. Una comisión formada por periodistas, policías, organismos privados e instituciones especializadas debe aclarar la horrenda tragedia que enlutó a la familia boliviana y en particular a la de Potosí.