José Hurtado Gonzales
En 1956 estos tres actos públicos relacionados con Oscar Únzaga de la Vega fueron tan apoteósicos que paralizaron las actividades en la ciudad, por la gran cantidad de gente que participó en los mismos, demostrando apoyo total a FSB que los organizaba.
Y el desgobierno del MNR, a cargo de Hernán Siles Zuazo y Ñuflo Chávez Ortiz, vivía en permanente zozobra, a tal punto que se veía venir la reimplantación del tristemente célebre control político.
Era tan grande el repudio del pueblo a este régimen, por su política hambreadora, por la carestía y especulación en cuanto a los artículos de primera necesidad, así como la inflación insostenible, que tuvieron que tomar la decisión de lograr la estabilización monetaria, pero sin éxito.
En cuanto a la proclamación del candidato para las elecciones de 1956, fue extraordinario el apoyo de la población al líder máximo de FSB, Oscar Únzaga de la Vega, triunfando de manera abrumadora su candidatura. Pero el fraude estaba dispuesto de antemano, porque los gobernantes de entonces tenían el control total de la Corte Nacional Electoral, nombrada por ellos, o sea que al mismo tiempo eran jueces y parte de esas elecciones fraudulentas. Y todo reclamo al respecto no lo tomaron en cuenta.
Motín a bordo de avión
En la tarde del sábado 22 de septiembre de 1956 se produjo en la ciudad de La Paz una populosa marcha del hambre contra el gobierno de Siles Zuazo, quien se vio obligado a disolverla violentamente, apresando a centenares de ciudadanos que le eran desafectos.
Para proceder en igual forma en la capital cruceña, llegó a su ciudad natal esa misma tarde el vicepresidente Ñuflo Chávez Ortiz, quien en la mañana siguiente ordenó el apresamiento de más de medio centenar de coterráneos suyos, la mayoría de filiación falangista. Con ellos el flamante régimen instaurado menos de dos meses atrás, pretendía reabrir los campos de concentración que seis meses antes se los había cerrado con motivo del período eleccionario.
Seleccionados 47 de los presos políticos, en las primeras horas del día jueves 27 fueron embarcados en un avión DC-4 del Lloyd Aéreo Boliviano rumbo a la ciudad de La Paz.
Pero a nueve minutos de vuelo, ocurrió lo que menos podían haber esperado las autoridades del Gobierno. Al principal de los custodios, el Jefe de Investigaciones Zoilo Villarroel, le exigieron enérgicamente su rendición, mientras que el capitán Mario Adett Zamora, con la ayuda de otros camaradas de infortunio, consiguió apoderarse de la pistola ametralladora que portaba un segundo custodio. Simultáneamente, otro “viajero”, el señor Randolfo Liado, mediante una acción sorpresiva y enérgica pudo anular el tercer custodio, todos los cuales fueron llevados al extremo de la aeronave, fuertemente vigilados para evitar alguna reacción de parte de ellos.
Dueños de la situación los ex prisioneros, los principales de ellos, portando las armas arrebatadas, como la propia del Cnl. Saucedo, penetraron a la cabina de mando, donde encañonaron al piloto Marcelo Estenssoro, y lo obligaron a que haga entrega del mismo al piloto civil Capitán Saúl Pinto Landívar, que también viajaba, el mismo que inmediatamente desvió el timón de la aeronave, enfilándolo hacia la ciudad argentina de Salta, donde solicitaron y obtuvieron asilo político, siendo recibidos con júbilo por los residentes bolivianos y la población salteña.
En Salta estuvieron alojados en los cuarteles del Regimiento 5º de Artillería. El día 30 llegó orden de la Cancillería de Buenos Aires, para que se conceda el asilo político y que se los dejara salir libremente, pero bajo la protección del Ejército. Tres días después, por gestiones del Gobierno boliviano, el avión retornaba a Bolivia, con sus tres tripulantes y los tres agentes de policía avergonzados, y frustrados los matones de triste recuerdo, como Gayán Contador, Claudio San Román y Ademar Menacho, por no haber logrado sus objetivos de tener presos nuevamente en los campos de concentración. Por tal motivo este cargamento humano no llegó a La Paz.
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