Un Robin Hood para unos pocos y un despiadado narcocriminal para la mayoría. Así es el Pablo Escobar que encarna Benicio del Toro en Escobar: Paradise Lost, una cinta que cabalga entre el “thriller” de acción y el melodrama romántico y que llega esta semana a las salas de cine.
“Ayudó a los pobres pero también destruyó a muchas familias, y las dos cosas se ven en la película”, señaló a Efe el actor portorriqueño, experto ya en dar vida a personajes reales como Che Guevara o el pintor Basquiat.
El siempre potente despliegue interpretativo de Del Toro, que en septiembre pasado recogió en el Festival de San Sebastián el Premio Donosti, es el principal atractivo de esta opera prima del italiano Andrea di Stefano.
Y eso que en realidad Escobar no es el verdadero protagonista de la historia. Lejos de un ‘biopic’ al uso, el filme es “una radiografía de su maldad y su locura -en palabras del director Di Stefano- desde el punto de vista de alguien a quien todo ese mal se le viene encima”.
El guión incluye referencias al periodo en que Escobar se dedicaba a la beneficencia, cuando se construyó una pantalla de respetable hombre de negocios que le sirvió hasta el punto de llegar a poner un pie en la Cámara de Representantes.
Y se despliega justo en el momento en que esa pantalla comienza a derrumbarse, cuando Escobar le declara la guerra al Estado y se gana el dudoso título de fundador del narcoterrorismo, dejando un reguero de cadáveres de ministros, abogados, periodistas, candidatos presidenciales y policías.
“Imagino que la película pueda suscitar controversias porque Pablo Escobar era controvertido, pero me siento cómodo con el retrato que he hecho”, defiende Di Stefano.
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