Punto aparte
El canto lírico sigue siendo la expresión máxima de la música, pese a que en estos tiempos de cambio y modernidad emergen, con bastante frecuencia, nuevas formas de dar armonía a los sonidos bucales e instrumentales, aunque con diferencias múltiples.
El viernes 14, el Centro Sinfónico Nacional estuvo de gala, con el Concierto Lirico presentado por “Armonía”, Sociedad Cultural Sarah Ismael, en homenaje póstumo a esta magistral intérprete del piano, fallecida hace dos meses, en La Paz, a los 87 años de edad.
En el concierto actuaron la soprano María René Ayaviri, la mezzosoprano Akiko Makiyama, el tenor Fernando Flores y el barítono Marcelo Aguilar. En el piano acompañaron Gabriela Ruiz, Alejandro Argollo y Grace Rodríguez.
La Coral “Illimani”, dirigida por el maestro Carlos Illanes, ha sido el magnífico complemento que tuvieron los cantantes y pianistas.
Está integrado por 34 voces; 14 varones y 20 damas, de distintas edades, lo que le confiere mayor variedad y calidad a sus interpretaciones.
En la primera parte del programa se ofreció una muy buena selección de seis zarzuelas, de los autores Tomás Breton, Federico Moreno T., M. Penella, R. Sutullo y J. Bert, Pablo Sorazabal, Jacinto Guerrero y Emilio Arrieta.
La zarzuela, de origen español, tuvo mucho arraigo popular en el pasado, especialmente en los países de habla castellana. En la actualidad, está volviendo a los escenarios. Esto es lo que sucedió en La Paz el viernes 14, lo que constituyó un aplaudido acierto de “Armonía”.
Así, se tuvo la oportunidad de volver a escuchar las célebres canciones de la “Verbena de la Paloma”, “Luisa Fernández”, “Canta y no Llores”, “La del soto del Parral”, “No puede ser” y “Tres horas antes del día”.
La “Verbena de la Paloma” fue interpretada con gran calidad por la Coral Illimani. En “Luisa Fernández” actuó el barítono Aguilar, acompañado por la coral. En la habanera “Canta y no Llores” participaron en dúo la soprano Ayaviri y la mezzosoprano Mukiyama, con el aporte de la coral. En la Ronda de los enamorados, de “La del soto del Parral”, volvió a intervenir únicamente el conjunto coral. El tenor Flores tuvo a su cargo “No puede ser”, a su vez la mezzo Mukiyama cantó “Tres horas antes del día”, respaldada por la pianista Ruiz. Con la obra de Emilio Arrieta tuvo un cierre exitoso la primera parte del programa. El realce le dieron el tenor Flores, el barítono Aguilar y la coral Ilimani.
La segunda parte del programa ha sido dedicada a la interpretación de arias de óperas de Mozart: “Se vuol Ballare, de las Bodas de Fígaro, por el barítono Aguilar; “Temerari cóme Acoglio” y “Un aura amorosa” de “Cossi fan Tutte”, por la mezzo Makuyama y el tenor Flores.
De Bellini “Casta diva”, Norma, por la soprano Ayaviri y la coral Illimani; de Verdi, “Stride la vampa” y “Miserere”, de Il Trovatore, por la mezzo Makiyama; y “Bella hija del amor”, por la soprano Ayaviri, la mezzo Makiyama, el tenor Flores y el barítono Aguilar.
Una vez concluido el programa, el público aplaudió largamente la excelencia del concierto. Puesto de pie, siguió celebrando con entusiasmo el haber tenido el privilegio de asistir a las estupendas actuaciones de los cantantes presentados por “Armonía” y el coro Illimani.
En reciprocidad, la asistencia fue premiada con el aria tan gustada por todos los públicos del mundo: “El brindis”, de La Traviata, de Verdi. El estallido de complacencia del público puso broche de oro al memorable concierto lírico de Armonía y la coral Illimani.
La soprano Ayaviri, con mayor madurez, volvió a lucir la belleza de su canto, por lo que su vigencia se halla sólidamente asentada. La mezzo Makiyama constituyó toda una revelación, por la frescura y los notables sostenidos de su voz juvenil. El tenor Flores es una figura consagrada del belle canto y lo que brindó en el concierto ha sido una ratificación de su valía y calidad. Aguilar es un barítono que alcanzó ya la cima de la consagración plena. Escucharlo depara un goce singular al espíritu y a los sentimientos.
La juvenil pianista Gabriela Ruiz, campeona de un torneo nacional, cada vez que actúa demuestra que ya no es únicamente una promesa, sino que alcanzó la maestría, situándose al presente como la mayor pianista de música clásica en el país. Ella sola interpretó toda la primera parte del programa, dedicada a la zarzuela. Y fue requerida para participar en el imprevisto cierre del programa de arias de ópera, con “El Brindis”, de la Traviata.
El concierto lírico preparado en memoria de Sarah Ismael ha sido, pues, un acontecimiento notable, en su género. La Sociedad Cultural que lleva su nombre y que apenas tiene un año de vida, le rindió un digno y hermoso homenaje, merecido, por cierto, a la eminente pianista y educadora cultural que fue hasta los últimos días de su existencia.
La obra artística de Sarah se extendió ampliamente a la educación musical. La Municipalidad de La Paz acertadamente la distinguió con la “Tea de la Libertad”, en el grado de Gran Mérito. La concertista de piano nació en Oruro, pero esta ciudad fue el centro de su prolífica actividad.
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