La política de hidrocarburos del Estado boliviano registra luces y sombras que tienen en vilo a la población, ya que en algunos momentos se asegura que no habrá escasez de petróleo y derivados, mientras, por otro lado, se afirma que más corto que a largo plazo el país habrá agotado sus reservas y enfrentará una crisis de grandes proporciones.
Después de varios meses de incertidumbre, entre las luces que muestra YPFB se señala que esta empresa capitalista estatal bajaría la subvención de los hidrocarburos de 860 millones de dólares en 2014, a 658 millones para el año 2015. Este último resultado se debería a la inversión realizada en la Planta Separadora de Líquidos de Río Grande, Santa Cruz, que permitió que Bolivia se autoabastezca en la producción de gas licuado de petróleo y tenga excedentes para exportación.
De otro lado, YPFB informó que dentro de dos años el país será autosuficiente en producción de gasolina una vez que se pongan en marcha las plantas de reformación catalítica en Cochabamba y de isomerización en Santa Cruz. De momento, Bolivia hace importantes importaciones de derivados de petróleo de Chile (en especial diésel) que antes nos proveía Venezuela, país petrolero que ahora tiene que importar petróleo en vista de dificultades internas.
Pero, mientras YPFB muestra esas luces, por otro lado revela sombras preocupantes que anulan todo el optimismo anticipado. En efecto, según el Presidente de YPFB desde 2007 hasta 2013, esa empresa capitalista estatal reembolsó a las compañías operadoras trasnacionales la asombrosa suma de ¡4.798 millones de dólares! por concepto de los famosos “costos recuperables”. Agrega esa autoridad que el pago anual por esos costos recuperables pasó de 282 millones de dólares en el año 2007, a 746 millones de dólares en 2013, variación impresionante, pues las empresas lo único que hicieron fue mantener los índices de producción en áreas tradicionales, ya que sólo centran sus labores en desarrollar recursos ya descubiertos.
Una de las sombras más preocupantes que muestra YPFB es que sus reservas se están agotando rápidamente y, al mismo tiempo, no se realizan nuevas exploraciones ni descubrimientos de nuevos yacimientos que puedan cubrir el déficit que se pronostica desde hace años y se origina en la insuficiencia de inversiones en exploración.
En esa forma, el agotamiento de las reservas hidrocarburíferas podría determinar, más a mediano que a largo plazo, que YPFB nada tenga para exportar ni para abastecer el mercado interno y menos para el plan industrial que tiene anunciado. Es más, el país quedaría sin recursos financieros de origen externo, que hoy cubren cerca del 60 por ciento del ingreso nacional de exportaciones.
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