Libertad y 25 años de la caída del muro de Berlín

El 9 de noviembre de 1989 es fecha para que el mundo recuerde el profundo significado de la Libertad, de lo que implica que el hombre viva en goce de sus derechos y, a la vez, reconozca la importancia y validez de sus obligaciones. El pasado domingo, el mundo recordó que un 9 de noviembre cayó el muro de Berlín, el mayor oprobio y vergüenza que ha tenido la humanidad, porque en el tiempo de su vigencia, luego de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, hasta 1989, fue el sistema de tiranía y privación de libertad más cruel que el hombre haya creado.

La caída del muro de Berlín fue el inicio de la caída del comunismo, lo que Carlos Marx, desde su tumba en un cementerio de Londres, seguramente ha observado avergonzado, frustrado, dolido y pesaroso de que parte de sus ideas, el marxismo, haya sido base sustantiva de doctrinas socialistas que han sido traicionadas desde el mismo octubre de 1917, cuando se instauró en Rusia el comunismo y que implicó la anexión de 14 repúblicas del área para conformar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y que fue el inicio para la pretensión de implantar el comunismo en todo el mundo.

Mijaíl Gorbachov, el autor del Glassnost y Perestroika fue el iniciador de la libertad en la URSS, fue quien dio los pasos iniciales en contra de todo lo que hubiesen querido Lenin, Stalin y otros que se implante en todo el mundo, líderes que no han vacilado en esclavizar a millones de seres en su propio país y expandir por el mundo la peor doctrina que implique atentado a los derechos humanos y supresión de la libertad, el bien máximo con que cuenta el hombre.

El muro de Berlín tiene el mérito (si cabe el término) de mostrar al mundo de todas las generaciones qué es lo que el hombre nunca debe hacer: jamás debe consentir que se hagan obras que impliquen un franco atentado contra el ser humano; ese muro es el saldo de una lucha muy cruenta que ha segado la vida de millones de seres humanos en una guerra donde no hubo ni vencedores ni vencidos porque todos perdieron vidas, haciendas, tecnología, ciencia, progreso, desarrollo, salud y muchas ventajas que dan la vida, la paz y la libertad.

Cayó el muro de Berlín y su recuerdo -de vergüenza, frustración y decepción- será el eterno mensaje contra los que tienen vocación por la tiranía, muchas veces disfrazada de democracia, totalitarismo, dictadura, etc., que buscan imponer doctrinas -o, en casos, reinstalarlas, como si fuera un bien perdido que es preciso recuperar- violando todos los derechos, tan sólo disfrazándolos de amor al país, al prójimo, a quienes deben reivindicar situaciones injustas; pero que, en el fondo y todas las formas, buscan sólo imponer su voluntad a quienes no piensan ni sienten igual porque tienen la condición de ser hombres libres.