Los 43 mexicanos desaparecidos

Se menciona que el 26 de septiembre del presente año, varios estudiantes mexicanos se dirigían a repudiar un informe de la esposa de un alcalde en México y fueron interceptados por la “policía municipal”, que los trasladó en vehículos municipales a un basural estatal, donde fueron entregados a bandas criminales, las cuales asesinaron a los 43 estudiantes con la ayuda de un arma de fuego, para luego usando combustible incinerar por varias horas los cuerpos y finalmente depositar los restos quemados en bolsas grandes, las cuales fueron lanzadas a un río.

Sobre un anterior artículo del autor, alguien por televisión criticaba, manifestando que “no se podía escribir así”, seguramente se refería a la crueldad. Lo que se hace es simplemente relatar la triste realidad y lo que se debería criticar más bien son los hechos en sí, que cuadran perfectamente en “crímenes contra la humanidad”.

Después de escuchar los informativos del caso mexicano, lo primero que uno siente es náuseas y, en fin, uno siente un malestar general total.

Y es que especialmente en algunos países pobres, como en el asunto que estudiamos, en pocos o muchos casos, la criminalidad estuvo, está y estará totalmente institucionalizada, dirigida desde los puestos más altos, como en el caso antes mencionado, vale decir la delincuencia se estacionó en el Estado mismo (esa alcaldía mexicana).

Otro punto para analizar en estos hechos luctuosos no sólo para México sino para el mundo entero, es que los criminales queman los cuerpos y los arrojan a un río. Lastimosamente se dice que si no existen cadáveres no existe el crimen y por otro lado seguramente se trata de enviar un mensaje de temor u otro a los demás. Y en este mismo principio se basaron por ejemplo las diferentes dictaduras en Sudamérica y en el mundo y así apareció el término, elaborado seguramente por una mente macabra, de “desaparición forzosa”, lo que simplemente debió llamarse “asesinato”, a cargo de criminales comunes y corrientes. Se dice, por ejemplo, que en Argentina arrojaban a las víctimas desde un avión sobre el océano y así desaparecían los cuerpos. En el caso boliviano, seguramente alguno que otro boliviano escuchó alguna teoría inverosímil para lograr la “desaparición forzosa”.

En el caso “Katyn”, de los polacos desaparecidos en la Segunda Guerra Mundial”, fueron arrestados, asesinados, enterrados y escondidos detrás de la “Cortina de Hierro”. Actualmente este crimen viene siendo disputado entre la ex Unión Soviética a cargo de Stalin y la ex Alemania nazi a cargo de Hitler, lastimosamente ambos criminales evadieron la torcida y corrupta “justicia humana”, pero gracias a Dios, no pudieron evadir la “justicia del tiempo” que terminó cazándolos.

Lo que llama también la atención en el caso mexicano, es el silencio sepulcral de entes internacionales, como Naciones Unidas, que debe tratar el caso mexicano como “crímenes contra la humanidad” y debe pedir que se le entregue a los criminales (ya confesos) intelectuales y materiales, para ser juzgados como los delincuentes nazis de la Segunda Guerra Mundial y al final, pues, ser ejecutados ante tribunales internacionales.

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