Llegadas las elecciones, parecería que llegó también el momento en que las autoridades de gobierno demuestren su apego a la libertad y a la democracia. Ello implicó que, con carácter de urgencia, se hubiese dictado una amnistía general en el país.
No puede preciarse el Gobierno de ser democrático y respetuoso de la Constitución y las leyes con perseguidos políticos o cívicos, con presos en recintos carcelarios o que sufren arrestos domiciliarios o aquellos que se encuentran exiliados o se han acogido al éxodo voluntario por temor a acciones de las autoridades.
Democracia, igualdad, libertad y justicia significan el imperio de la Constitución y las leyes que implican absoluta libertad -en los parámetros de lo absolutamente legal- para todos. Llegar a las próximas navidades con personas impedidas por las causas señaladas, no es justo y menos es democrático o sinónimo de equidad y ecuanimidad.
Corresponde, bajo todo punto de vista, que el Gobierno, en aras de su propia tranquilidad de conciencia, dicte una amnistía que permita el retorno a la Patria de los exiliados, y el reintegro a sus hogares de quienes sufren encarcelamientos o se sienten perseguidos por causas políticas o cívicas.
Sufrir el menoscabo de la libertad personal, así sea en un arresto domiciliario es, de todos modos, privación de todos los derechos que emanan de las libertades consagradas por la Constitución y las leyes; es un mal que ningún ciudadano debe sufrir, salvo lógicamente, aquellos que cumplan sentencias dictadas por juez competente y previos los juicios en que se haya comprobado culpabilidades por hechos cometidos en contra del bien común y que están definidos claramente por las leyes.
Se habla siempre de democracia, de igualdad de derechos, de vigencia de la justicia; pero la ausencia en el país de quienes sufren exilio o de personas privadas de libertad, no es muestra de que vivamos en democracia y menos se presta el ambiente a un tiempo navideño que, se supone, se lo debería gozar en marcos de absoluta libertad y tranquilidad.
Es de esperar que el propio Presidente de la República y su Gobierno entiendan y practiquen los principios de la democracia y la justicia otorgando una amnistía que devuelva la tranquilidad a miles de hogares y al mismo país que siente menoscabados sus derechos democráticos con la existencia de ciudadanos presos o exiliados, porque se debe tener conciencia en el Gobierno de que el poder cierto y honesto debe ser de servicio a los demás; es un beneficio del que no se puede marginar a quienes tienen derechos consagrados.
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