Plantean anular estereotipos

Anular los estereotipos que surgen de un sistema machista para que no se justifique ningún tipo de violencia, es una de las propuestas expuestas en el seminario internacional “Violencia contra las mujeres, experiencias y retos desde el tratamiento informativo en los medios de comunicación” planteado por Lucía Lagunas, directora General de Comunicación de la Mujer (Cimac) México.

En base a una frase de reflexión, Lagunas plantea que “es necesario tomar en serio la vida de las mujeres”, sobre todo en países como México y otros donde la violencia contra ellas son frecuentes y estos hechos no sólo que no logran ser sancionados, sino que mediante los medios de comunicación se busca justificar las causas por las que se comete estos delitos.

Entre 2012 y 2013 se han registrado 184 casos de periodistas que fueron violentados, por el ejercicio a la profesión, de esta cantidad tres periodistas tuvieron que salir del país y cuatro fueron asesinadas, “por contarle al pueblo lo que los poderosos no quieren que salga a la luz pública”.

“Pareciera que es en México que nos hemos dedicado a contar muertos, porque en los últimos seis años se han registrado más de 200 mil asesinatos, supuestamente por el crimen organizado, mientras que los feminicidios llegan en 14 municipios federativos a cerca de 4.000, de los cuales sólo el 15% se investiga, mientras el restante fueron provocados por actos violentos y la mitad de ellos fueron denunciados por las víctimas, pero a la autoridad no le importó”, aseguró la experta.

Para Lagunas, el simple hecho de ser mujeres y vivir en un sistema patriarcal, sin importar la etnia, posición social, nivel económico, siempre se registra un grado de violencia, pero existe erradamente la idea de justificar mediante los estereotipos que alguien tiene derecho a cometer un delito y violentar a una mujer.

“La vestimenta, el cómo mira, camina, su estado de embriaguez, su ausencia, su presencia, su silencio, su forma de responder, donde trabaja, cómo y hasta que hora trabaja, sus relaciones, nada justifica la violencia hacia las mujeres. Y lo primordial es que se logren rescatar los derechos humanos y el derecho a la información, para evitar que hechos de violencia continúen siendo cada vez más sangrientos”, indicó.

Laguna expresa que su nación se ha convertido en el segundo país donde la profesión de periodista es una de las de mayor riesgo. “Aún hay una relación perversa entre los medios de comunicación y el poder, por eso no es casual que México sea el tercer país a nivel mundial más peligroso para ejercer el periodismo”, subrayó.

EJEMPLOS

Lagunas, entre los ejemplos expuestos, observó, frases, títulos y artículos que sólo buscan justificar la violencia o responsabilizar a la víctima sobre un hecho violento.

“Loco de amor, asesina a su novia”, artículo que busca justificar la violencia del hombre hacia su pareja, por un acto de celos infundados, dicho ejemplo surge de un observatorio de 786 veces en seis periódicos de México, realizados el 2011, en 32 entidades federativas, donde existen 54 medios de comunicación.

“El coqueto”, otro segundo ejemplo que se registra en 23 portadas, donde esta persona resultaba ser un feminicida, quien era responsable de 15 asesinatos de mujeres, de los cuales cuatro fueron demostrados y los medios de comunicación buscaban justificar su accionar bajo el argumento de que presentaba trastornos psicológicos por haber sufrido una frustración amorosa a los 12 años.

En ambos casos, el victimador es quien se encuentra en portada, se hace un tratamiento informativo de él y no se toma en cuenta las secuelas de sus actos con las víctimas, sus familias y las secuelas sociales, tratamiento que no ocupaba portadas y menos secuencia informativa.

Por lo tanto, Laguna propone que los y las periodistas apliquen en el proceso de la información el uso no sólo del Código Penal como base documental legal, sino sobre todo la implementación de los derechos humanos de la ciudadanía y las otras normas, como en el caso boliviano la Ley 348 y su reglamentación, con el propósito de evitar naturalizar la violencia y persistir en cuestionar las autoridades para que cumplan su labor.