Hay hechos en el país que muestran extrañas ambiciones o pretensiones de muchos ciudadanos: una de ellas es querer apropiarse de lo que no les pertenece y éste es el caso de los asaltantes de propiedades.
Concomitante con esas conductas está, por ejemplo, el caso del teleférico que funciona, para empezar, con dos líneas y lo hace exitosamente y es motivo de algunas pretensiones, como la de choferes asalariados y del transporte libre que querrían “ser socios”, pero sin haber aportado ni un centavo, sin tener idea de lo que significa para la ciudad de La Paz este servicio; de lo importante que se hizo no sólo para el transporte de pasajeros que ya suman muchos millones, y su capital y decisiva importancia para el turismo nacional y extranjero.
Los choferes del transporte público tienen ambiciones desmedidas para “echar el ojo” a lo ajeno, cuando debían tener visión, entusiasmo, capacidad, honestidad y responsabilidad para mejorar el servicio que hacen y que es pésimo desde todo punto de vista.
El Gobierno, al haber concebido la idea y haberla puesto en ejecución, con el teleférico ha dado el mejor y mayor paso positivo de su gestión; nada que haga o haya hecho ha adquirido la importancia del teleférico, un servicio que, hace muchos años, debió hacerse realidad inclusive con un crédito español que, luego, por razones político-partidistas, se lo rechazó.
Ampliar el teleférico con otras líneas en la ciudad de la Paz y en El Alto tiene que ser obra que no debe truncarse; al contrario, el presupuesto fijado de más de 650 millones de dólares debe servir para instalar las ocho líneas programadas, haciendo “oídos sordos” a quienes buscan sacarle réditos personales o de grupo, a quienes creen que es un servicio inconveniente para la ciudad, a quienes creen que todos debemos seguir dependiendo, exclusivamente, de los pésimos servicios del transporte público (los peores del país) y a quienes, por razones egoístas o por complejos, querrían ver que fracase la empresa del teleférico que, repitiendo, se trata de un paso muy efectivo del Gobierno y que todo el país aplaude.
Que, de momento, el funcionamiento de las dos líneas implica dificultades de acceso a los sitios en que están ubicadas las estaciones, es evidente; pero dada la celeridad que se ve en el avance de las obras, es de esperar que pronto terminen las dificultades para el público que, entretanto, usa el servicio en forma continuada. Por otra parte, que haya habido fallas eléctricas o de cualquier tipo, son mínimas y normales en cualquier servicio y que, en realidad, pueden compararse con un simple cambio de llantas en el transporte público.
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