Adiós a la duquesa de Alba

Fue la aristócrata con más títulos que ningún otro noble en el mundo, pero Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba, escapó siempre a los convencionalismos: durante la dictadura de Francisco Franco expuso obras de Picasso en España y a los 85 años se casó con un hombre mucho menor que ella al que sus hijos reprobaban.

Tres años después, la salud de la duquesa había empeorado con problemas cerebrales y de movilidad que la debilitaron y le impidieron seguir con su intensa vida social. Hasta que la situación se precipitó el domingo, cuando ingresó en un hospital de Sevilla por una insuficiencia respiratoria debida a una infección pulmonar. Hoy murió rodeada de su familia en su residencia del palacio de Dueñas.

Los primeros años de su vida transcurrieron entre la alta sociedad española. Nació un 28 de marzo de 1926 en Madrid en el Palacio de Liria y allí fue atendida por el prestigioso doctor Gregorio Marañón. Su llegada al mundo fue comunicada a la Casa Real española y los monarcas Alfonso XIII y Victoria Eugenia fueron sus padrinos.

Pero su infancia estuvo marcada por la enfermedad de su madre, que padecía tuberculosis, y por el exilio de su familia a Francia e Inglaterra tras la proclamación de la II República en España, en 1931.

   Cayetana vivió desde los cinco a los 10 años en París. El estallido de la guerra civil española, en 1936, hizo que su familia se mudara de nuevo, esta vez a Londres. Allí, sufrió los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y compartió juegos con la futura reina Isabel II, a quien supera en títulos nobiliarios.

   Fue educada en los mejores colegios y viajó por todo el mundo. A su vuelta a España, celebró su primer matrimonio con Luis Martínez de Irujo, un ingeniero industrial de origen noble a quien su padre veía con buenos ojos y con quien tuvo a sus seis hijos. La boda pasó a la historia como “la más cara del mundo”.

   La aristócrata aún celebraría dos enlaces más a lo largo de su vida, todos con gran repercusión social y grandes titulares en la prensa. En 1972 se casó con Jesús Aguirre, hombre culto y ex sacerdote jesuita progresista, entre críticas y especulaciones.

   Tras su muerte, en 2008 volvió a dar la campanada cuando surgieron los primeros rumores sobre una posible relación con el funcionario Alfonso Díez, 24 años menor que ella.

   Cayetana se enfrentó a todos sus hijos y tres años después se salió con la suya: a sus 85 años volvió al altar vestida de rosa y del brazo de su prometido. Feliz y demostrando una gran vitalidad, no dudó en bailar una sevillana a las puertas del Palacio de Las Dueñas de Sevilla, donde tuvo lugar la ceremonia.

   Apasionada de Andalucía y su cultura, la duquesa de Alba vivió en la capital de la región del sur de España durante los últimos años de su vida. “Doña Cayetana siempre llevó a Sevilla en el corazón y por eso permanecerá para siempre en el corazón de Sevilla”, escribió hoy en Twitter el alcalde de la capital, Juan Ignacio Zoido.

    Siempre coqueta y convertida en uno de los personajes más populares de la prensa rosa española, prestó mucha atención a la moda y fraguó su propio estilo. Su cabellera rizada, su nariz respingona y la raya negra marcando sus ojos se convirtieron en sus señas de identidad.

   Cayetana quiso ser moderna y hasta “hippy-chic”, como fue calificado su estilo por la prensa. En sus últimas apariciones públicas, seguidas por gran atención por la prensa, lucía siempre pulseras tobilleras, zapatos de mil formas y colores y múltiples complementos.

   Así acudía a los encuentros formales con representantes de las casas reales europeas, con quienes guardaba una buena relación.

   Al ser descendiente de la última dinastía reinante en Escocia, los Estuardo, el diario “Daily Telegraph” sugirió hace unos meses que la duquesa podría convertirse en la reina de Escocia si el país se independizaba de Inglaterra. En su círculo de Sevilla, la noticia fue recibida como un disparate. “¿Cómo va a reinar Cayetana en Escocia, con lo que llueve, sin corridas de toros ni flamenco?”, se preguntaron.