La noticia de perfil
Hoy se celebra el Día de Acción de Gracias en los Estados Unidos y como yo no he roto mis relaciones con ese gran país, donde viven muchos parientes felices, celebro esta fecha cuando se reúnen para dar gracias a Dios por todos los favores recibidos.
Esa costumbre tan hermosa y tan simple la inventaron los primeros colonos europeos que llegaron al territorio norteamericano en busca de libertad para sus creencias y la celebro todos los años corriendo el riesgo de que algunos me tilden de “yanquillokalla” y de sirviente del imperialismo, lo cual me tiene sin cuidado.
Sin embargo, este año fue una cholita cochabambina, nacida en Quillacollo, quien esta mañana me dijo alborozada: “Compadrituy, hoy es el Día de Acción de Gracias y he invitado a todos sus parientes para que vengan a cenar a “nuestra” casa para que todos juntos demos gracias a Dios por los favores que nuestro Dios nos hizo durante estos últimos años de gobierno masista”.
Las palabras de la cholita me conmovieron y pensando en lo costosa que sería nuestra reunión familiar, llevé lentamente mi mano derecha al bolsillo de mi pantalón, pero como mi mano demoraba mucho en salir del bolsillo, la generosa y adinerada cholita prestamista me dijo: “no se preocupe de los gastos, compadre, porque todos los gastos correrán por mi cuenta...”.
Mis parientes no se hicieron de rogar y llegaron puntuales a mi casa, comenzando por mis tíos Pelópidas y Huebastián que al ingresar dijeron a dúo: “ya se sienten los aromas de una hermoso pavo revolcándose en el horno de la cocina”.
Luego llegó mi ancianita tía Encarna que vino desde Cochabamba y a continuación mi tía Semáforo, llamada así por la familia, porque a partir de las diez de la noche ya nadie la respeta y provocó miradas maliciosas de mi tío Huebastián, siendo reprendido por mi tío Pelópidas, quien le dijo: “Huebastián, la familia es sagrada...”. Contestándole su hermano: “¡¡¡No me llamo Huebastián, sino Sebastián!!!”. La fiesta se desarrolló en paz y hubo gritos de alegría cuando fuimos convocados a la mesa, donde nos esperaba un pavo trufado que sabía a gloria, regocijándonos después con “pastel de calabaza, cual manda la tradición”.
La fiesta tuvo un discurso que fue pronunciado por este anciano periodista y actual profesor de tango, quien dijo a todos los reunidos que debemos dar gracias a Dios, por lo menos una vez al año, por todos los milagros que derrama sobre todos nosotros, y que no lo puedo hacer ni en quechua ni en aymara porque en esas lenguas ancestrales no existe la palabra “gracias” y que por eso le digo a nuestro Dios: ¡Gracias por tus milagros que derramas sobre todos nosotros! Esta vez su milagro lo realizó con el cariño y la platita de mi comadre Macacha, hoy periodista, quien nos hizo vivir la noticia del Día de Acción de Gracias.
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