Después de mucho tiempo un Papa habló ante el Parlamento Europeo, intervención muy esperada y en esta condición colmó sobreabundantemente las expectativas de los parlamentarios europeos. No fue una alocución teológica ni menos de exacerbación de los dogmas y virtudes de la Iglesia Católica, fue una dramática apelación a la dignidad humana y su lamentable envilecimiento. Solicitó más solidaridad a Europa, a la cual designó como la abuela del mundo y por ello debe volver a sus orígenes, cuando era el centro de la igualdad y de las ideas de indiscriminación y destierro de la indiferencia y la ausencia de solidaridad,
Hoy Europa se centra prioritariamente en la concepción económica y la consecución de la riqueza, olvidando que la esencia del ser humano son los valores profundos de vigencia de la condición humana. Basta citar un ejemplo desgarrador, el desperdicio de miles de toneladas de alimentos, cuando simultáneamente mueren de hambre millones de personas. Esto no es solidaridad y transfiere al ser humano al peligroso ámbito de la indiferencia por el dolor ajeno.
Abordó el tema de los refugiados, que deben ser admitidos con leyes logradas y justas y que no se convierta el Adriático en un cementerio.
El medio ambiente debe ser conservado con diligencia absoluta, como un maravilloso legado de Dios, y que el hombre lo destruye incesantemente porque antepone los intereses económicos antes que los de la naturaleza, que se preserva por sí sola y constituye una vertiente inagotable y benéfica de la creación de Dios.
La Iglesia Católica, con más de 2.000 años de permanencia militante, con sus luces y sombras, acentuando los errores cometidos, así lo reconoció, es la institución fundamental de la unión y la solidaridad entre los hombres para la reinserción de la dignidad y el actuar virtuoso y prudente ante los adelantos de la ciencia.
El Papa dispone de un grupo erudito de asesores en todos los campos de la actividad humana, empero es admirable hasta la emoción que él mismo escriba sus intervenciones públicas y con su propia letra. Indudablemente se trata de un hombre excepcional que inviste la representación de Dios con la humilde presencia de su alto rango y su modestia.
Dijo otras muchas sentencias valiosas y profundas que por la limitación de espacio no se reflejan aquí, pero es altamente aconsejable para el lector leer in extenso esta vehemente invocación a recuperar los altos valores de la humanidad y la dignidad inherente a ellas; concluyendo inequívocamente que se tiene un Papa que expresa sus pensamientos abierta y directamente, sin compromisos ni ataduras, menos consideraciones hipócritas; un Papa que desvela los errores fundamentales en la conducción del mundo por las potencias económicas, exponiéndolos con honestidad y sensibilidad, pero con lenguaje determinante y comprensible, porque extrae la verdad de la profundidad, cuyo efecto o consecuencia es la irrefutabilidad de sus afirmaciones. Un Papa extraordinario, actualizado, libre y sin contención en su búsqueda por restaurar la dignidad de la persona humana, acentuando la vigencia de los derechos humanos y fundamentales.
El autor es Abogado Corporativo, Presidente de la Sociedad de Escritores de Bolivia.
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