[Severo Cruz]

El mar y el tratado Bolivia-EEUU


Ha transcurrido 157 años desde que la República de Bolivia y Estados Unidos de América firmaran, en la ciudad de La Paz, con la intervención de sus representantes oficiales, Lucas Mendoza de la Tapia, Secretario de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores e Instrucción Pública, y Juan Vinchester Danna, Ministro Residente de dichos Estados, en forma respectiva, el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, de 36 capítulos. En él están volcadas todas las intenciones y los propósitos de cooperación bilateral mutua por el bien común.

La actitud boliviano-estadounidense fue asumida el 13 de mayo de 1858, es decir cuando Bolivia contaba con 33 años de vida. Y a 21 años de la salvaje invasión anglo-chilena que significó nuestro centenario enclaustramiento. El texto correspondiente fue aprobado por la Asamblea Nacional Constituyente de 1861.

“La República de Bolivia y los Estados Unidos de América, deseando hacer estables y permanentes las relaciones de amistad y buena inteligencia, que felizmente existen, entre ambas Naciones, han resuelto fijar de una manera clara, distinta y positiva las reglas que en lo sucesivo deben observarse religiosamente entre ambas Naciones, por medio de un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación”, dice la parte introductiva.

“Habrá perfecta, firme e inviolable paz, y sincera amistad entre la República de Bolivia y los Estados Unidos de América en toda la extensión de sus posesiones y territorios y entre sus pueblos y ciudadanos respectivos sin distinción de personas ni de lugares”, reitera su Artículo 1º.

El Tratado involucra, obviamente, a dos naciones con cualidad marítima, empero con cultura y lengua diferentes. Y lo transcendental, en este caso, se advierte en el Artículo 3º, que remarca: “La República de Bolivia y los Estados Unidos de América, convienen mutuamente en que haya libertad recíproca de Navegación y Comercio entre sus respectivos territorios y ciudadanos. Los ciudadanos de cualquiera de las dos Repúblicas podrán frecuentar con sus buques todas las costas, puertos lugares de la otra en que se permite el comercio extranjero”.

Pues el Tratado mencionado es una prueba suficiente para sostener que Bolivia poseía una salida propia, libre y soberana, al Pacífico, desde mucho antes de su fundación, registrada en 1825. Y desvirtúa la versión antojadiza de que Bolivia nunca tuvo mar, o que mediante el Tratado de 1904 se nos haya facilitado “generosamente” una puerta al Pacífico, tal como sugirió la casta dominante chilena. Esta interpretación política fue una falacia inventada por quienes aún honran y sustentan los propósitos de los agresores del Siglo XIX. La mentalidad usurpadora no ha cambiado desde entonces, es decir desde la invasión de 1879.

En suma, que el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, suscrito entre Bolivia y Estado Unidos de América, nos sirva como un punto de reflexión, para avanzar hacia el mar.

TITULARES

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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