Teherán.- Tras un año y medio en el poder, el moderado Hasán Rohaní no ha conseguido cumplir una de sus principales promesas: cerrar un acuerdo nuclear con la comunidad internacional en 2014 que ponga fin a más de doce años de crisis y sanciones y restaure la relación de Irán con el mundo.
El pasado 24 de noviembre, fecha límite que las partes se habían dado, se cerraron siete días de intensas negociaciones en Viena entre Irán y el G5+1 (China, Rusia, EEUU, Alemania, Francia y el Reino Unido) con el decepcionante anuncio de una nueva prórroga de siete meses ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, publicó Efe.
En Irán, la noticia fue un jarro de agua fría sobre las esperanzas de millones de personas impacientes por ver la retirada de unas sanciones que asfixian desde hace años la economía del país, especialmente desde que se endurecieron en 2012, cortando el acceso al sistema bancario internacional y reduciendo dramáticamente las exportaciones de gas y petróleo, principales productos iraníes.
El Gobierno vendió la prórroga como un éxito que demostraba que la República Islámica no está dispuesta a aceptar un mal acuerdo ni a renunciar a sus derechos nucleares, argumento útil para enfrentarse a los sectores más radicales, nada dispuestos a hacer concesiones en el terreno nuclear, mucho menos ante EEUU.
“En la cuestión nuclear, EEUU y los países coloniales europeos se unieron y pusieron todo su empeño en poner de rodillas a la República Islámica, pero no pudieron conseguirlo y no podrán”, declaró el líder supremo, ayatolá Alí Jameneí.
Rohaní calificó de “éxito” las negociaciones, prometió que “las centrifugadoras (de uranio) no dejarán de girar” y señaló satisfecho que “hoy nadie en el mundo duda de que Irán deba tener tecnología nuclear, incluido el enriquecimiento en su propio suelo, y nadie duda de que las sanciones se deben eliminar”.
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