Libia en medio del caos


Trípoli.- Libia ha vivido un año de violencia, desintegración institucional y práctica ruptura del país en varias “taifas”, aunque el petróleo, única fuente de ingresos, vuelve a manar a niveles aceptables y a ser exportado.

Tres años después de la caída del régimen de Gadafi, la primavera árabe nunca llegó a Libia, que se hunde cada vez más en el caos, sin que el nombramiento de un Enviado Especial de la ONU, en la persona del español Bernardino León, haya conseguido aportar un poco de estabilidad, publicó Efe.

La ya frágil situación del país, con una multitud de milicias disputándose en los pasados dos años el control de distintas provincias o ciudades, degeneró en febrero, cuando el Parlamento provisional se negó a disolverse, lo que obligó a adelantar las elecciones al mes de julio.

Esas elecciones, apoyadas por la comunidad internacional, coincidieron con un repunte de la violencia que obligó a la evacuación de la práctica totalidad de las embajadas de Trípoli, al tiempo que entraba en la escena un general retirado, Jalifa Hafter, que algunos han querido ver como el “Sisi libio”.

Hafter, que se levantó en armas en Bengasi contra el Gobierno saliente de Trípoli, comenzó una cruenta lucha contra las milicias islamistas, en la que ha estado apoyado más o menos veladamente por Egipto y los Emiratos Árabes, según acusaciones del Gobierno de Trípoli.

Pero la entrada de Hafter en escena no cambió sustancialmente las cosas, y lo único que consiguió es una práctica ruptura territorial entre Bengasi y Trípoli; tras varios meses de combates, Bengasi sigue siendo disputada barrio a barrio entre los fieles a Hafter y las milicias islamistas, que solo en el mes de noviembre tuvieron 350 muertos.

Las elecciones de julio podrían haber traído la estabilidad si sus resultados hubieran sido aceptados por todas las partes; sin embargo, aparte de una “comunidad internacional” cada vez más impotente, las instituciones de Trípoli (Parlamento y Gobierno) se negaron a disolverse tras los comicios y comenzó de hecho una bicefalia en el país.

Signo del deterioro de Libia, el nuevo Parlamento, llamado Congreso de los Diputados, tuvo que elegir una sede alternativa a Trípoli, y no pudo ser Bengasi por la inseguridad, con lo que se fueron hasta el extremo este, a la ciudad de Tobruk, donde comenzaron a celebrar sus sesiones en un hotel desde el que nombraron a un nuevo primer ministro, Abdalá al Zani.

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