“El tupizeño se caracteriza por ser un buen anfitrión. Es amable por naturaleza, atento y orgulloso de sus tradiciones heredadas, como la rica tradición de escritores, grandes músicos y destacadas figuras nacionales, que son un motivo valedero para rendir tributo a esta bella población con un gran festival de música y que además nos ofrece sus maravillosas montañas, cañones y parajes, que parecen rescatados de la pantalla chica, de las aventuras para las más exigentes escenografías del Correcaminos y su rastreador amigo el Coyote, muy difíciles de encontrar en otras latitudes del planeta”, comenta Rilver Herbas, director de la Fundación Kjarkas.
En Tupiza existen bellos circuitos, como “La travesía de los bandoleros”, en alusión a los legendarios antihéroes Butch Cassidy & Sundance Kid; excursiones por las quebradas y cañones, turismo rural, trekking, cabalgatas y destacar que esta población es la mejor puerta de acceso hacia las lagunas Celeste, Verde y Colorada, los desiertos salinos y volcanes nevados.
La ciudad mantiene un aire colonial, donde destaca la catedral concluida en el Siglo XVII. En la plaza se puede apreciar la estatua de don Avelino Aramayo y el histórico edificio del Banco Central de Bolivia, que hoy cobija al Gobierno Autónomo Municipal de Tupiza. Por sus alrededores se ubican los dos únicos museos del pueblo y en sus cercanías se halla el cerro Corazón de Jesús, un lindo mirador desde donde se puede capturar fotográficamente el mágico momento en que la puesta del sol baña al pueblo con sus hermosos celajes. Al otro lado del río, se encuentra Chajra Huasi (Casa de paja), una imponente mansión italiana del año 1870, y muy cerca se ubica el Cerro de La Cruz, montaña colorada de fácil acceso, desde donde se tiene una vista panorámica de toda la ciudad y de la cordillera de los Chichas.