Economía influirá en política

Un indicio de economía casi inadvertido para los grandes sectores populares acaba de estampar una sombra gigantesca en el mapa de nuestro país. Se trata de las condiciones desfavorables del mercado internacional que impiden al Gobierno de Bolivia, emitir bonos soberanos por un monto de mil millones de dólares en este escenario mundial.

“No es un buen negocio” --dijo el ministro de Economía Luis Arce Catacora-- “porque existe un efecto negativo por la caída del petróleo y se prevé futuras elevaciones en las tasas de interés” complementó la agencia oficial de noticias.

Sin dejar el punto de referencia, destacamos la situación adversa no sólo para los bonos soberanos (Bolivia no puede ejercer soberanía en un mercado ajeno a su control), sino también para ramas íntimamente relacionadas con el deterioro económico, entre ellas la ideología, la política y el siempre alborotado contexto social boliviano.

La información reciente del Banco Mundial, que vaticina un crecimiento mínimo de la economía latinoamericana en el presente año, desvirtúa pronósticos optimistas o por lo menos los hace menos confiables, si tenemos en cuenta el descenso vertical de hidrocarburos y otras materias primas exportables por Bolivia; situaciones de coyuntura que alimentan en contraparte, posiciones políticas e ideológicas pertenecientes al oficialismo y oposición.

Bajo este nublado panorama, una muchedumbre formada por sectores sociales con intereses diversos coincide, aunque por el momento silenciosamente, en que los bolivianos debemos prepararnos para un posible futuro incierto.

Entretanto, afloran eventos que alteran en cierta medida, el comportamiento social. Sirva de ejemplo la prolongada huelga de trabajadores de una fábrica textil, en la ciudad de La Paz y los preparativos de la Central Obrera Boliviana, destinados a un aumento de salarios, sin tomar en cuenta las posibilidades cada vez más estrechas de los empresarios privados bolivianos.

En el campo neto de la política nacional, un alto miembro del oficialismo ha sugerido que los sectores sociales tengan el poder y habló de construir una democracia postcapitalista. Dos conceptos que estarían observando indirectamente, la posible crisis económica. La primera, algo muy difícil de conseguir puesto que el poder, lo testimonian siglos de historia de la humanidad, nunca estuvo en manos de los sectores sociales, sino de élites.

A propósito Robert Michels, en su obra “Los partidos políticos”, afirmó ya en 1915 que el mejor gobierno es el sistema ostensiblemente elitista bajo la dirección de un líder carismático. Aquella frase nos remonta al gobierno de Evo Morales, específicamente. Es una élite (integrada por líderes campesinos, obreros e intelectuales, bajo el mando del liderazgo de Morales Ayma).

Por lo tanto, entregar el poder político a los sectores sociales es inadmisible para los intereses y la existencia del Movimiento Al Socialismo.

El segundo punto, habla de una democracia postcapitalista, cuando la primera potencia mundial, Estados Unidos, continúa vigente; es de influencia universal; hasta los mercados internacionales se rinden ante el dólar, señalando larga vida al capital financiero internacional.

China, aún de corte socialista, adoptó décadas atrás un modelo mixto que ya es llamado por los especialistas “comucapitalismo”. Es decir, una mezcla de comunismo social, adherido de vida o muerte, al capital financiero.

¿Cómo podríamos acceder, entonces, a una democracia postcapitalista, si hasta China, basa su economía en la plus valía?

En este marco de política y de ideología, el deterioro de la economía latinoamericana, indudable, repercutirá en Bolivia, en sus élites políticas, en el campo ideológico y sobre todo, en las reacciones de los sectores sociales que despiertan a esta nueva realidad, anunciada por déficits en el presupuesto y por las innegables preocupaciones que tiene para nuestra economía nacional, la caída de las materias primas exportables, cuya cabeza se llama gas. Clovis Díaz de Oropeza F. (clovisdiazf@gmail.com).