El hecho que se dice y se hace en marcos alejados totalmente de la coherencia, hace que en el país no se defina posiciones que nos muestren, definitivamente, en qué rumbos marchamos y a dónde queremos llegar. No obstante las prédicas gubernamentales a favor del socialismo, no se lo practica en ninguna de sus formas o, en pocos casos, se remeda posiciones socialistas, temporal u ocasionalmente, cuando las conveniencias políticas así lo exigen.
Visto el país desde cualquier ángulo, se llega a la conclusión de que somos una nación enteramente capitalista porque todas nuestras actividades económico-financieras cumplen las doctrinas y los dictados del capitalismo; pero muchos comportamientos muestran que hay descontentos contra ese sistema y surgen protestas y condenas contra él tan sólo por posiciones partidistas que muestran la “necesidad” de condenar a los Estados Unidos y mostrarlo como imperio explotador y contrario al desarrollo y progreso de los países del Tercer Mundo.
Nuestras formas de producir y los resultados que dan esos sistemas son capitalistas; y por ello actuamos en el mundo financiero internacional como partidarios del sistema que condenamos. La realidad es que ni el Gobierno ni su partido podrían adoptar métodos y sistemas, por ejemplo, del sistema socialista que imperó en los quince países de la URSS y en las naciones que eran parte del sistema, porque no sabríamos por dónde empezar y qué rumbos tomar y, si llegáramos a encarar nuestras políticas económicas con ese sistema, automáticamente chocaríamos con el capitalismo que nos rodea y que es práctica normal de todos los países del continente, que, en casos, buscan remedar algo de las experiencias sufridas en otras latitudes. El caso Cuba, regido por un gobierno de tinte comunista que se autodenominó en su tiempo como “castrista”, ha demostrado que todo lo que llevó a cabo con el sistema comunista-socialista ha sido un gran fracaso y ha resultado violador de todos los derechos humanos, hundiendo a su país en la más extrema pobreza.
El Gobierno, desde sus inicios en el año 2006, ha sostenido la necesidad de cambios en las políticas cumplidas en décadas anteriores; sin embargo, porque no cambiaron los que podrían haber llevado a cabo dichos cambios, nada se pudo hacer y el país sigue las corrientes capitalistas, así sea en medio de protestas y condenas contra los Estados Unidos, la órbita capitalista mundial y los mismos integrantes del régimen que no saben cómo ni cuándo pensar u obrar en forma diferente.
Tan sólo por hacer demagogia y populismo con condenas al capitalismo, parece que no podemos definir completamente posiciones en muchos aspectos de la vida nacional; por ello, sería conveniente que se viva realidades que imperan en todo el país y nos dejemos de “fantasmas socialistas” que, bien se sabe, han fracasado en el mundo por sus posiciones radicales y contrarias al bien común.
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