“En su consecuencia, S.M.C. reconoce como Nación libre, soberana e independiente a la República de Bolivia, compuesta de los países especificados en su ley constitucional a saber: los departamentos de Chuquisaca, Potosí, Paz de Ayacucho, Cochabamba, Santa Cruz, Oruro, Tarija y Beni, el Distrito Litoral de Cobija y cualesquier otros territorios que correspondan o puedan corresponder a Bolivia”.
Esto se lee en el Art. 2º del Tratado de Reconciliación, Paz y Amistad, suscrito, en Madrid, el 21 de Julio de 1847, entre la República de Bolivia y S.M. la Reina de España. Firmaron el documento: José María Linares, Plenipotenciario boliviano y Joaquín Francisco Pacheco, Presidente del Consejo de Ministros español.
España al afirmar que reconocía “como Nación libre, soberana e independiente a la República de Bolivia, con el Distrito Litoral de Cobija”, no hizo otra cosa que reflejar la soberanía boliviana en el Pacífico y, por lo tanto, ella jamás será rebatida, ni en los más altos estrados de la justicia internacional, por los voceros de La Moneda. Por eso Chile recurre permanentemente a la falacia y la bajeza, a fin de desvirtuar la demanda que radica en La Haya desde abril de 2013.
Cuando se firmó aquel tratado, Bolivia apenas había cumplido 22 años de su fundación como República libre e independiente.
“S.M.C. usando de la facultad que le compete por decreto de las Cortes generales del Reino de 4 de Diciembre de 1836, renuncia para siempre del modo más formal y solemne por sí y sus sucesores a toda pretensión de soberanía, derechos y acciones sobre el territorio americano conocido antes bajo el nombre de Provincias del Alto Perú, hoy República de Bolivia”, indica, a propósito, el Artículo 1º.
España, a tiempo de abandonar sus colonias, ha escrito el testimonio más valioso, y digno de ser tomado en cuenta, con referencia a nuestro Litoral, aspecto que no le conviene escuchar al agresor. Éste busca distorsionar, por sus intereses expansionistas, todo testimonio relacionado con el tema. Y para perpetuar el enclaustramiento boliviano no acepta el diálogo ni la mediación papal. Hasta pretende desconocer la intervención de la Corte Internacional de Justicia, en el caso que demanda Bolivia. Lo cierto es que el vecino no tiene la intención de restañar la herida que provocó en 1879 y que, desgraciadamente, continúa sangrando, en el corazón del Cono Sur.
En suma: España corroboró una verdad irrefutable, en el tratado suscrito con Bolivia, en 1847, en relación con nuestro Litoral.
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