El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas reveló, hace pocos días, increíbles horrores y crímenes que son cometidos en Corea del Norte por parte del régimen de Kim Jong-un, hijo del considerado por muchos como el mayor dictador y tirano que haya tenido este país, Kim Il Sung. Los informes atribuyen abusos y aberraciones contra los derechos humanos en al parecer campos de concentración que albergarían entre 80.000 y 120.000 personas que estarían sometidas a abusos increíbles desde hace muchos años.
Desde la conclusión de la guerra de Corea, en el año 1953, las denuncias han sido permanentes y el régimen de los Kim ha negado la intervención de organizaciones de derechos humanos con miras a evitar que se siga cometiendo los excesos a los que están acostumbrados los gobernantes norcoreanos. Las denuncias sobre los hechos han sido llevadas a conocimiento de Naciones Unidas por iniciativa de la mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad, con la abstención de China y Rusia, aliados de Corea del Norte.
El tipo y calidad de las torturas inferidas a los coreanos por motivos raciales, religiosos, políticos, de género y otros, han sido motivo de análisis de expertos de varios países que “no conciben que se haya llegado a extremos inenarrables” porque, según expertos de las Naciones Unidas “cientos de miles de personas han muerto durante los últimos cincuenta años en los campos en que se encuentran encarcelados los prisioneros”.
Para todas las generaciones de los últimos sesenta años, siempre fue condenable la tiranía del régimen comunista de los Kim y nunca se pudo poner freno a las aberraciones cometidas. Un último intento de condena al régimen de Kim, fue negado por China y Rusia, hecho que es considerado contrario a los derechos humanos y, por parte de China, también se evita cualquier condena a Corea del Norte, porque durante el tiempo de la revolución cultural habrían muerto también millones de personas que estuvieron en desacuerdo con el comunismo reinante aún hoy, aunque sólo en el campo político porque en lo económico, China se ha convertido en el más recalcitrante capitalista.
Las diferencias abismales con Corea del Sur, que practica la democracia y es un país donde reinan las libertades y el sentido de justicia más amplio, son notables y el hecho de no concebir el progreso impuesto por los regímenes en Seúl con el trabajo eficiente y disciplinado de todo el pueblo. Naciones Unidas, por moral y respeto a la humanidad, debería condenar enérgicamente al régimen comunista de Corea del Norte y exigirle que cese las labores de genocidio que ejercita contra su pueblo y que pueden ser comparadas con las de los regímenes más tiránicos que han existido en la historia de la humanidad.
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