Españoles que no reconocieron la capitulación de Ayacucho

El general Pedro Antonio Olañeta, principal autor de la guerra civil entre españoles, no reconoció a los generales Canterac, Jerónimo Valdez, y menos al general José de La Serna, nombrado Virrey del Perú.

El Gral. Olañeta se proclamó jefe indiscutible del Alto Perú, considerándolo propiedad suya, esperando su nombramiento como Virrey altoperuano, su territorio se extendía desde el Desaguadero hasta Salta y Jujuy.

Después de Ayacucho, no reconoció la rendición y capitulación, dirigiendo una nota al Mariscal Sucre, manifestándole: “Que aunque todo estuviera en su contra, él continuaría combatiendo, porque su honor y su fidelidad al rey así lo exigían”.

El Gral. Olañeta era fuerte con un ejército de 5.000 hombres diseminados en todo el territorio altoperuano; sus lugartenientes, el coronel Valdez, llamado Barbarucho, quien derrotó y asesinó al General patriota Martín Güemes y el coronel Carlos Medinacelli, más su cuñado el coronel Marquiegui.

El Gral. Olañeta ocupó la ciudad de La Paz a la espera del avance del Mariscal Sucre. Al cruzar el poderoso ejército libertador el río Desaguadero, Olañeta se retiró hasta la ciudad de Oruro, allí se urdió un plan para asesinar al Mariscal Sucre. Descubierto el complot, Sucre dispuso el avance de su ejército hasta Potosí, donde supuestamente se encontraba atrincherado el Gral. Olañeta.

Anoticiado Sucre de una traición y el asesinato del Gral. Olañeta en la localidad de Tumusla, tras una discutida batalla, dispuso la persecución y derrota del Cnel. Valdez, “Barbarucho”, quien finalmente se entregó al ejército Libertador el 9 de abril de 1825.

La esposa del Gral. Olañeta, Pepa Marquiegui, recibió en Salta a los 58 días de la muerte de su esposo, el nombramiento del Mariscal de Campo Pedro Antonio Olañeta como Virrey, Gobernador y Capital General de las Provincias del Río de La Plata.

Encontrándose en Cajamarca el general Bolívar con el ejército libertador, fue anoticiado con la información de la sublevación de tropas chileno argentinas al mando de dos sargentos argentinos. Se sublevaron y ocuparon la Fortaleza del Callao, apresando al Gral. Rudecindo Alvarado, ordenando los sublevados izar el pabellón español en los mástiles de la Fortaleza. A raíz de este movimiento, el Gral. Canterac, realista, ocupó Lima, y destinó al general español José Ramón Rodil como Comandante de la importante Fortaleza del Callao, el 5 de febrero de l824.

Destinado el general patriota Bartolomé Salom al asedio de la fortaleza, a fin de ocuparla, no pudiendo efectuar su cometido, debido a que la fortaleza era inexpugnable, atacó y contraatacó durante varios meses.

Después del triunfo de Ayacucho, en el convenio de Capitulación firmado por el Virrey La Serna, se consignaba que la Fortaleza del Callao debía ser entregada al ejército patriota.

El General español José Ramón Rodil se negó a cumplir esa disposición, indicando que él continuaría luchando a favor del rey de España, hasta el recibo de los auxilios respectivos.

En los primeros días de abril, Rodil debía luchar no solamente contra el hambre, epidemias, y sublevaciones propias de un asedio de meses, perdiendo en la lucha el Castillo de San Roque, siendo bombardeado diariamente por buques navales peruanos.

El 11 de enero, el Gral. Rodil enarboló la bandera blanca para parlamentar.

Ambas fuerzas estaban convencidas de poner fin a esta sangrienta guerra, izando el Gral. Rodil la bandera de rendición el 22 de enero de 1826, firmando un honorable Convenio de Capitulación, firmado por el general Bartolomé Salom, y el brigadier general José Ramón Rodil, comandante de la fortaleza del Callao.

El día 23 el general Rodil, en traje de parada, más sus oficiales, se embarcaron en la fragata Briton rumbo a España.

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