Una definición de productividad según el diccionario Larousse es “Incremento simultáneo de la producción y del rendimiento debido a la modernización del material y a la mejora de los métodos de trabajo”. En el caso de la minería, existen factores controlables y no controlables por el operador para maximizar las utilidades o, en caso extremo, para minimizar las pérdidas. Entre los factores no controlables están los precios de los minerales y la riqueza y agotamiento de los yacimientos. El factor controlable más importante es la productividad, que puede o no estar relacionada con los factores no controlables. El rendimiento o productividad por trabajador depende también de la tecnología y del método de explotación utilizados. Es mayor en sistemas masivos de extracción (cielo abierto como San Cristóbal, Kori Kollo) que son más mecanizados que los sistemas selectivos como la minería filoniana (Huanuni, Colquiri, San Vicente) y también sube con tecnologías mejoradas de concentración, que permiten una mayor recuperación del mineral.
Resulta obvio que las utilidades dependerán también de una buena administración que evite la burocracia, maneje una política salarial adecuada, elimine la corrupción y tome decisiones con base en criterios técnicos y económicos.
Existen dos medidores de productividad (que no dependen de factores no controlables) por trabajador y por unidad de tiempo (día, mes, año), como las toneladas quebradas de mineral y las toneladas tratadas de mineral en ingenio. Los medidores que dependen de los factores no controlables son las toneladas finas de concentrados producidas o el monto de dinero generado. El control de la productividad empieza con la utilización del número de trabajadores estrictamente necesarios para una operación minera. En tres operaciones de vetas angostas del grupo minero International Mining Co., en el que trabajé varios años, se tenía una productividad de 1 tonelada tratada por trabajador por día, mientras que la de la mina Huanuni, la que mayores problemas tiene en productividad, hasta 2006 fue de 0,6 toneladas y desde 2007 es 0,2 toneladas, que explica en buena medida sus problemas económicos con la caída del precio del estaño.
En la presentación Situación Productiva Empresa Minera Huanuni, realizada por el Ministerio de Minería y Metalurgia (MMM) en 2013, se indica que en el periodo 2000-2005 (administración privada) se produjo 4,43 toneladas métricas finas (TMF) de estaño por año y por trabajador, mientras, entre 2007-2012 (administración estatal) se produjo 1,99 TMF (45%).
En uno de los trabajos del libro Los dilemas de la minería (2012), con base en datos del MMM calculé que entre 2009 y 2011, anualmente en promedio cada trabajador de la minería mediana generó para exportar 374.300 dólares, en la minería estatal 41.900 dólares y en la minería cooperativa y chica 11.600 dólares. La elevada productividad de la minería mediana se vio favorecida por las operaciones San Cristóbal, Manquiri y Kori Kollo, que operan en forma masiva y con alto grado de mecanización. El Sr. Edgar Ramírez, Director Nacional del Sistema de Archivo de COMIBOL y profundo conocedor de la minería boliviana, dio a conocer productividades diarias por trabajador de 15 a 17 dólares en las cooperativas, 50 a 52 dólares en la minería estatal y hasta 170 dólares en la minería mediana y resaltó la importancia de revisar la productividad minera (P7 9/1/15).
Con base en datos del libro de Amado Canelas Mitos y realidad de la Corporación Minera de Bolivia (1966), se establece que el en período 1953-1956 el rendimiento en TMF de estaño por trabajador y por año fue de 0,75, en el período 1957-1961 fue 0,59 y en el período 1962-1964 fue 0,54. De datos del MMM se colige que en 1985, año del derrumbe del precio del estaño, la productividad fue 0,37, la mitad del período 1953-1956, debido al incremento de personal y a la caída de las leyes de cabeza, por el natural empobrecimiento de los yacimientos.
Por las cifras mencionadas, resulta que la baja productividad fue una deficiencia crónica de COMIBOL desde su fundación. Si a ello sumamos una administración deficiente en la que destaca la pésima política salarial especialmente en Huanuni y, últimamente la bajada de los precios de los minerales, muchas de sus operaciones deben estar en una situación poco rentable o irrentable, si también se considera en algunas de ellas la depreciación de las fuertes nuevas inversiones y la amortización de los fideicomisos otorgados por el Gobierno.
Por consiguiente, la anunciada reestructuración de COMIBOL necesariamente deberá pasar por la elevación de la productividad, que en los hechos significa una racionalización del número de trabajadores. Si además no se racionaliza salarios y precios de contratos, no se disminuye la burocracia en la oficina central (no acorde con la participación de COMIBOL de menos del 9% en el valor de las exportaciones mineras) y no se toma decisiones en base a criterios técnicos y económicos, la reestructuración será una más de las tantas sin efecto positivo alguno.
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