“Conocimiento, sabiduría y humildad”

En ceremonia de gran colorido folclórico, tal como en el 2006 y en el 2010, el Presidente reivindicó ayer su origen indígena e invocó la bendición de los dioses andinos para iniciar hoy su tercer mandato consecutivo. Según los amautas, el Presidente recibió “la energía cósmica y telúrica” de Tiwanaku para “cumplir con sus funciones y hacer un buen trabajo”.

Por cierto, el Presidente necesitará esta vez toda esa energía para gobernar los próximos cinco años. El escenario interno y externo es absolutamente diferente al extraordinariamente favorable que tuvo desde que asumió en el 2006.

En lo interno, él dijo que no aspira al cuarto mandato aunque dejó la puerta abierta “a la decisión del pueblo” un eventual cambio constitucional que lo posibilite. Pero las pugnas internas de poder son ya evidentes. Lo prueban la designación de candidatos subregionales para la elección de marzo (la marcha de cocaleros en Cochabamba fue señal clara) y los esfuerzos para inhabilitar a gente de peso político en sus regiones, como Eduardo Maldonado en Potosí, Rebeca Delgado en Cochabamba o Edwin Tupa en Santa Cruz, por ejemplo.

Sin embargo, ducho como es en política, tal vez su problema mayor sea otro. El sostén de su éxito económico se comienza a tambalear. Los excepcionales precios del gas y de los minerales están bajando de manera sostenida. Los ingresos por ventas de gas a la Argentina y Brasil bajaron de 6.113,4 millones de dólares en el 2013 a 5.986,5 en el 2014. En el mismo período, los del estaño bajaron de 36,4 millones a 20,2 y los de la plata descendieron de 840,4 a 702,5 millones de dólares.

El presupuesto 2015 se calculó en base a un precio del barril de petróleo de 80,3 dólares, pero la cotización del petróleo de Texas utilizado como referencia para Bolivia, gira en torno a los 48,69 dólares. Las cotizaciones internacionales de plata bajaron de 22,20 la onza troy a 16,92 y las del estaño de 10,42 la libra fina a 8,74. En su tercera gestión, el Presidente tendrá nomas que adecuar su política económica de “bonanza” a la de “austeridad”, y eso es siempre difícil.

Pero además, en lo externo tendrá que adecuar su política a una nueva realidad en la que los regímenes amigos por afinidad ideológica enfrentan dificultades crecientes y en la que los amigos de antes están hoy en otra vereda.

La Venezuela de Hugo Chávez que le dio formidable soporte logístico y financiero durante sus primeros años de gobierno, ya no existe. Es más, la increíble incapacidad administrativa y la corrupción del régimen de Nicolás Maduro, cuya estabilidad pende hoy de un hilo, hizo añicos no sólo la economía venezolana. Destruyó también la política chavista que le sirvió de sustento a los pregones de “socialismo del Siglo XXI” del oficialismo boliviano.

La Cuba de Fidel Castro que le dio sostén ideológico está periclitando y se apresta ya a normalizar relaciones con “el imperialismo norteamericano” tras 50 años de tenaz resistencia, que se revela ahora inútil. Hoy es posible incluso que Raúl Castro y Barack Obama intercambien embajadores antes que lo haga Bolivia, que expulsó al norteamericano en el 2008.

La Argentina de Cristina Fernández de Kirchner, cuyo esposo y antecesor fue amigo entrañable de nuestro Presidente, enfrenta hoy problemas políticos serios. El viraje económico del 2011 en aras de la ideología, que le costó ya tener la segunda inflación más alta en la región después de Venezuela, tiene hoy también consecuencias políticas. La extraña muerte del fiscal Alberto Nisman, en vísperas de presentar al congreso una denuncia de encubrimiento de la Presidenta a ciudadanos de Irán en un cruento atentado en 1994 en Buenos Aires, estremece los cimientos del régimen argentino. Pero sobre todo, reactualiza el tema del terrorismo internacional en la región.

El Brasil de Dilma Rousseff, cuyo antecesor Ignacio Lula fue mentor del Presidente, debe superar el mayor escándalo de corrupción en la historia de ese país, que involucra a Petrobras, la contraparte boliviana en el negocio de compra-venta del gas y con la cual tendrá que negociar un nuevo contrato. Pero además, Dilma tiene que demostrarle a su país su decisión de combatir el narcotráfico, cuyo principal camino de ingreso pasa por Bolivia.

El Chile de Michelle Bachelet está otra vez en la vereda de enfrente, como antes del 2006 y tras los cinco años de diálogo bilateral infructuoso para recuperar confianza mutua. La supuesta afinidad ideológica fue inútil para resolver el centenario problema de la mediterraneidad y el pleito está en los tribunales.

El Perú de Ollanta Humala, que aparecía como salida alternativa de Bolivia al Pacífico, está hoy firme junto a la Alianza del Pacífico y se perfila solo para construir el ferrocarril que vincule puertos brasileños en el Atlántico con puertos peruanos en el Pacífico, pese al proyecto similar boliviano.

En esos escenarios, descritos a vuelo de pájaro por cuestión de espacio, habrá pues que augurar, en bien del futuro del país, que los Dioses andinos atiendan la invocación de “conocimiento, sabiduría y humildad” hecha por los amautas en favor del Presidente.