Buscando la verdad
El Diccionario de la Real Academia Española (RAE), que de los “opinadores” dice que se son personas opinantes que al tener un criterio formado opinan, curiosamente no contiene el término populismo. Pero, si al adjetivo popular se suma el sufijo “ismo”, el populismo sería la actitud de querer congraciarse con el pueblo.
De la macroeconomía la RAE dice que es el “estudio de los sistemas económicos de una nación (…) empleando magnitudes globales como la renta nacional, las inversiones, exportaciones e importaciones”. Esta columna se basa en “La Macroeconomía del Populismo en América Latina” (1990), de los economistas Rudiger Dornbusch y Sebastián Edwards.
El caldo de cultivo para el populismo siempre fue el bajo crecimiento, la desigualdad y las políticas de ajuste, frente a lo que toda oferta de cambio pareció buena con la fijación de: mejorar el ingreso a cualquier costo, no devaluar por miedo a la inflación y forjar un Estado interventor y empresario. El resultado más inmediato: la década perdida de los años 80.
El rasgo “neopopulista” en lo económico es nacionalizar empresas y, en lo legal, empoderarse tomando las instituciones, lo que no acabará bien luego de los “cuatro días” del proceso, como muestran los autores.
¡Se enamoran de lo macro como si fuera suficiente, y creen que todo va bien por las buenas cifras macro! Durante el auge imponen incrementos salariales por decreto, inducen el consumo interno con bonos, suben la inversión pública con más deuda y, el PIB crece. Es el día de júbilo.
Luego viene la fase de saturación donde no sólo el PIB crece sino también -y mucho más- la importación por el rezago cambiario, el control estatal de precios, los subsidios y la ineficiencia pública. Es el día de la meditación.
El descontrol viene luego: bajan las Reservas Internacionales al echárseles mano, pero aumenta la inflación, la deuda pública, el déficit fiscal y la desconfianza en el Gobierno. Es el día de la desesperación.
Y, ocurre la crisis con la baja de ingresos por exportación, remesas e inversiones; cae el salario real por el alza de precios; cae el PIB y el empleo; pero el dólar sube, así como la inseguridad. Es el día del arrepentimiento.
Países desarrollados, como Argentina, no lo son más. Y otros que podían llegar a serlo como Venezuela, declinan -como dijo el ideólogo del Socialismo del Siglo XXI, Heinz Dieterich- por la “política económica inepta” del fallecido Hugo Chávez que juraba gobernar 50 años, aunque Dios tenía otros planes para él…
El autor es economista, Magíster en Comercio Internacional.
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