La experiencia docente nos ha demostrado que en escuelas, colegios, universidades e institutos de toda naturaleza incluyendo policiales y militares, existen muchos profesores y catedráticos, que fieles a su compromiso social con la Patria, enseñan y orientan en todo lo concerniente a cumplimiento, responsabilidad, modales adecuados, valores, moralidad e inclusive honradez. Pero, una vez que esa niñez y juventud se aleja de las aulas, toda esa instrucción y educación recibida, queda en el olvido y cuando comienza la lucha por la vida… todo vale cuando de ganar dinero se trata.
Especialmente en la administración pública, en la judicatura y en la política, aflora el incumplimiento, la soberbia, el “nomeimportismo”, los sobornos en oficinas, el famoso “charleston” en los lugares que todos sabemos, la falta de ética y hasta el transfugio político ($$$), dejando a un lado la mentada y cacareada ideología.
La niñez y la juventud de la actual generación, viendo todos los días lo que ocurre en nuestro ambiente, muy pronto empieza a dedicarse al cultivo de malos hábitos. Y para festejar toda clase de acontecimientos y éxitos (generalmente económicos), parte de esa juventud muy pronto aparece en “prestes” y “entradas” costosas con las consecuencias conocidas de alcoholismo, suciedad en las calles, escándalos, peleas, etc.
Otro dato sobre la total falta de educación: el terrible pintarrajeado de viviendas particulares, edificios públicos, plazas, parques, monumentos, etc. De todo eso los autores son jóvenes de las nuevas generaciones.
“PUEBLO ENFERMO”
Y es entonces que decimos: “¿en qué quedó toda la educación recibida a costa del Estado?”.
Los innumerables planes educativos con toda clase de denominaciones pomposas se derrumban frente a la realidad; es decir, frente a nuestra centenaria idiosincrasia ya analizada por muchos escritores nuestros del pasado como Alcides Arguedas, por ejemplo, en su libro “Pueblo enfermo”.
“MEJORAR LA EDUCACIÓN”
Y es por esa razón que en esta nota periodística nos animamos a comentar que todos los esfuerzos y buenas intenciones de las autoridades encargadas de “mejorar la educación”, sólo están dando la razón a frases muy conocidas como “predicar en el desierto” o “mucho brinco cuando el suelo está parejo”.
Ojalá que toda la propaganda exitista relativa a una nueva generación honesta de ciudadanos civiles y uniformados tenga su efecto positivo y no seamos más testigos de mayores frustraciones.
El tiempo, que es el mejor juez, seguramente nos dará la respuesta.
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