“Cargar las bolsas pesadas con los palos de golf era muy trabajoso, caminar mucho en medio de la paja brava, los lagartos, el frío intenso y el sol quemante de la pampa altiplánica. Eso fue en resumen el primer campo de golf que existió en El Alto”, recuerda un antiguo “caddie” (persona que asiste a un golfista, y a la vez le asesora sobre las condiciones de la cancha, el palo a elegir e incluso darle apoyo moral). Aunque, claro, los “caddies” de tales épocas no eran más que vecinos, adolescentes y jóvenes -carentes de profundos conocimientos sobre este deporte- que vivían en esos alejados parajes de entonces, calificados como villorrio, hoy la pujante urbe alteña.
Suspira al recordar que fue entre los años 1950 al 60 cuando se disputaban intensos campeonatos locales en esa planicie desolada, virtualmente abandonada a la vela de Dios, elegida años antes justamente por su topografía, apta para un campo de golf, contando entonces con sus hoyos respectivos, banderines, y todo lo que requiere un espacio de esas características. “El más asiduo golfista era don Jorge Corzo Pareja, ciudadano peruano afincado en Bolivia, de grandes atributos personales, mecánico de profesión en Mac Donald, que era la empresa importadora de los famosos camiones International”, relata con un dejo de nostalgia nuestro informante, a manera de hacer historia en torno a que El Alto recibió y cobijó durante mucho tiempo a bastantes ciudadanos notables y destacados, como el mencionado.
“No había césped -evoca-, en realidad creo que nunca hicieron el intento por sembrarlo, salvo algunos arreglos, por las enormes y extensas hectáreas de terreno plano, en lo que hoy ocupa o está edificada la Aduana nacional, el actual Regimiento Ingavi, y aledaños, aunque en determinados lugares había el “chiji” (césped natural). Jugaban por las mañanas, o después de trabajar, ya que había ingenieros, jefes mecánicos, y otros profesionales de las compañías Cobana, Intermaco, fuera de la mencionada, donde también se registraba alguna presencia extranjera, pero fue don Jorge Corzo, el golfista más persistente en estas explanadas altiplánicas, junto a sus hijos Jorge Corzo y Sara Corzo Calderón, quienes fueron campeones nacionales afamados y muy destacados, con un gran don de gentes”.
Prosigue indicando que, pese a todo, era una disciplina para gente pudiente, que tenía recursos económicos, ya que todo el equipo que utilizaban era importado, porque “aquí no se fabricaba ni un palillo, como hasta hoy”, razón por la cual estaban gerentes, altos empleados administrativos, entre otros. “Puedo afirmar que jugaban por gusto, al principio no eran profesionales, y es más, nunca, pero nunca hubo prensa, al menos un fotógrafo, ni una fotito sacaron en ese enorme campo de golf alteño, a don Jorge”, lamenta.
Al continuar rememorando esos años, suspiros mediante, nuestro informador sostuvo que prácticamente ellos fueron los primeros vecinos de El Alto, quienes, en oportunidad de trasladarse junto a sus padres para hacer algunas compras en La Paz, utilizaban la “siempre recordada línea de colectivos número 12 del Sindicato Abaroa, que llegaba hasta lo que hoy es la plaza de Villa Dolores, para posteriormente enfilar hasta su también similar 16 de Julio; y cuando para volver al hogar habíamos perdido el último vehículo, no había más remedio que transportarnos ‘a pata’ hasta nuestras alturas, lo que era un viaje tremendo”. Por entonces, hablando de esas décadas del 50-60 no existían las denominadas urbanizaciones como Satélite, Río Seco, Villa Adela, y otras, enfatiza.
De esta manera, por si usted no conocía mucho, o nada, respecto a “cuando se jugaba golf en El Alto”, ya está enterado. Fue de ese modo, descrito sucintamente, y con la promesa de hacerle conocer muchos otros detalles en próximas entregas, por cuanto el espacio siempre nos resulta limitado.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |