En 2044 lo poco que queda de Humanidad vive hacinada en ciudades lúgubres, sin atreverse a traspasar sus muros y adentrarse en un desierto radiactivo, mientras relega en los androides las tareas más desagradables. En 2015, Antonio Banderas, a menos de un mes de recibir el Goya de Honor, presenta “Autómata”, la película de Gabe Ibáñez que fantasea con ese futuro apocalíptico, empapado del cine de ciencia ficción de los años sesenta y setenta.
¿Es factible un futuro así? “Incluso peor (ríe). Sí, sí, factible es, claro que lo es. Si abrimos los periódicos de hoy, por ejemplo, nos encontramos con una serie de barbaridades que están ocurriendo en el mundo que, efectivamente, no indican que estemos progresando y estemos gestionando y administrando lo que se nos ha dado, que es esta Tierra y la vida que poseemos, de la mejor manera posible”, razona Banderas con su discurso pausado y medido mientras atiende a ABC en un hotel madrileño.
Enseguida matiza: «Lo que pasa es que hay personas como yo que somos muy optimistas, casi de forma patológica, y que creemos en el ser humano, y creemos que en algún momento la reflexión nos va a llevar a poner las bases de un futuro mejor». Un optimismo al que tuvo que recurrir para sacar adelante un proyecto nada habitual: una cinta de ciencia ficción española. «Ha costado mucho, pero no me quejo», asegura.
De este filme le atrajo, y de ahí que se lanzara a producirlo, “el que fuese un producto insólito que en un momento determinado podía sentar las bases para abrir nuevas puertas, nuevas vías, en términos de género, dentro de la cinematografía nacional”. Y, al mismo tiempo, el guión, que define como “una reflexión sobre el ser humano, un ser humano decadente, por una parte, donde se ha producido, y lo ves desde el inicio de la película, una pérdida de valores extraordinaria, sobre la propia vida, la separación de clases, los muros que se establecen... Y después el cómo estos seres, estos electrodomésticos antropomórficos (sonríe) heredaban lo que habían sido en algún momento aspiraciones lógicas del ser humano”.
“No soy fundamentalista”
Cree Banderas que el cine debe agitar conciencias pero asegura que él no es “fundamentalista” y también respeta el entretenimiento puro. “Yo me imagino que una persona que se ha tirado toda la semana... que te digo yo, poniendo ladrillos en una obra, lo que quiere es irse con su novia al cine con un buen cubo de palomitas y pasar un rato agradable, y no dar muchas vueltas a las cosas, sino salir con una sonrisa. Y habrá otra gente que busque en el cine otra reflexión más profunda y más compleja sobre el alma del ser humano”.
“El arte en general y el cine en particular sirve a muchos propósitos y todos son legítimos y honestos si se hacen desde la honestidad”, abunda en su razonamiento. En “Autómata, explica, hay un componente de thriller pero también «una reflexión enorme, al presentarnos un futuro recurrente, y en ese futuro establecer un espejo que puede hacer vernos a nosotros mismos y decir: estas podrían ser las consecuencias de no poner remedio a los males que están acosando a las sociedades modernas”. (Agencias)
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