Es innegable que la crisis económica que afecta a la mayoría de los países del mundo, tendrá consecuencias muy graves, especialmente para quienes no poseen fuentes de producción y menos reservas monetarias, como es el caso de aquellas naciones que aún están en el Cuarto Mundo y donde las condiciones de pobreza y miseria son muy grandes.
Pero la crisis no sólo afectará sólo a los más pobres, sino, muy especialmente a los países que no sean previsores y austeros, que no impongan disciplina y prudencia en sus gastos, que no actúen con sentido de ahorro y seriedad en el manejo de su economía. Para el caso nuestro, el problema no deja de ser grave, especialmente si se analiza una cuasi intención de recurrir a las reservas internacionales y, por otro lado, contraer préstamos que hipotequen más al país.
Recurrir a las reservas no sería prudente y menos conveniente porque ellas son, al fin y al cabo, una especie de garantía para el futuro nacional, son las reservas que muestran alguna solidez de la economía y son, también, muestra de que el país es confiable para la captación de préstamos cuando las necesidades sean muy urgentes.
Tampoco es preciso que el país contraiga nuevas deudas y se atenga, simplemente a sus ingresos, dado el hecho de que muchas gobernaciones y municipios cuentan con dinero para atender sus necesidades de inversión, puesto que en la gestión pasada no han cumplido con lo programado.
En todo caso, habría un ahorro que es importante para encarar la crisis: poner en práctica la conducta moral del Gobierno y de todas las instituciones. Los valores morales como la disciplina, la honestidad, la prudencia, la austeridad y la responsabilidad son sistemas o métodos que pueden ayudar con mucha ventaja a encarar los desafíos que sobrevengan.
Para el caso del Gobierno central, de las prefecturas y alcaldías, lo que corresponde también es evitar los gastos suntuosos y los presupuestos en la contratación de una excesiva burocracia que tan sólo atiende las necesidades y urgencias partidarias con la colocación en puestos de trabajo de personas que creen tener derechos adquiridos por el simple hecho de pertenecer al partido de gobierno.
Es preciso que con la experiencia adquirida en nueve años, el Gobierno y todas sus dependencias actúen con la mesura, prudencia y responsabilidad precisas para evitar que la crisis sea mayor de lo previsto. No actuar responsablemente en estos tiempos es buscar que los problemas se agudicen y no sea posible darles solución. Por supuesto, el sector privado de la economía tiene que actuar con las mismas dosis de valores que requiere la administración pública, inclusive teniéndose en cuenta que lo que vaya a hacerse en el futuro debe ser en coordinación práctica y decisiva que debe existir entre el Gobierno y el sector privado, alejados ambos de intereses subalternos y tan sólo con miras a salir de problemas que vayan a presentarse con mayor gravedad.
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