Almirante (sp) Jorge Botello Monje
Para Chile, Bolivia pierde el tiempo en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), su canciller señala que: “Chile no acepta mediación alguna”. Su Gobierno asume la típica pose prepotente, pretende desconocer el Derecho Internacional e imponer su política de manera unilateral, para que las cosas se hagan considerando únicamente su interés, sin discusión, sin tomar en cuenta la opinión boliviana, a eso le llama negociación y búsqueda de integración.
Ya lo dijo Abraham Köening: “… las bases propuestas por Chile son equitativas, ‘las únicas compatibles con la situación actual’” (negrillas nuestras). En ese entonces aplicó su discreción, no negoció el arreglo de las diferencias existentes, impuso la entrega del litoral boliviano con base en sus propuestas, antes pasó lo mismo cuando incumplió el Tratado de 1874.
Ahora aparece Heraldo Muñoz advirtiendo a la CIJ sobre su fallo, el cual en caso de favorecer a Bolivia de nada serviría, adelantando la posición que su país asumirá luego de ese veredicto. Afirma que Chile jamás cederá su territorio a otra nación, parece que fue suficiente ceder ante el Perú, cuando tuvo que aceptar la determinación de la Corte, debido al riesgo de enfrentamiento militar que su rechazo hubiera implicado, además del peligro en que ponía a las significativas inversiones chilenas en ese país.
Su prepotencia le lleva a rechazar, tal vez prematuramente, la mediación del Papa, no fue así cuando tuvo que negociar con Argentina, esto ratifica nuestro criterio: sólo negocia y acepta mediaciones cuando se ve frente a un poder que lo amenaza militarmente.
Chile quiere repetir la historia de las “negociaciones” y que las actuales sigan el mismo espíritu, que sirvan para asegurar sus intereses y que Bolivia acepte sus propuestas, lo cual implica seguir con reuniones y conversaciones sólo para pasar el tiempo, sin alcanzar ninguna solución que convenga a las dos partes, sólo a Chile.
Es importante extraer conclusiones de estos antecedentes, el adelanto de que Chile no acatará lo que determine la Corte Internacional de Justicia obliga a nuestro país a prepararse para enfrentar, en condiciones adecuadas, los posibles escenarios luego del proceso en La Haya, además de lo que puede ocurrir si Bolivia decide usar todas las aguas del manantial del Silala o reclamar las del Lauca; esto implica, indefectiblemente, el fortalecimiento militar para contar con un poder defensivo creíble.
Para esto se debe generar una doctrina y equipamiento capaces de neutralizar el poder militar chileno con medios eficaces y eficientes, de menor costo. Por otro lado el fortalecimiento de la defensa se debe dar en todos los campos y la decisión de nuestro Gobierno, de fomentar el uso de puertos peruanos, en reemplazo de los chilenos, es una buena opción que debe culminar satisfactoriamente.
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