Radicalidad extrema de signo islámico

En lo que pareciera el prólogo de una guerra forzada, el llamado Estado Islamista (EI) quemó vivo al piloto jordano Al Kassasbeh, capturado cuando su nave se estrelló en una operación aérea en Siria, junto a la aviación estadounidense. Los islamistas difundieron un video que mostrada envuelto en llamas al ejecutado, encerrado previamente en una jaula. Se trata de una muestra más del fanatismo político-religioso que no reconoce fronteras en su carrera de violencia con prácticas vesánicas que la humanidad creía pertenecer a una historia ya remota.

De inmediato en esta peligrosa escalada, el rey jordano Abdalá II condenó a la horca conforme a la ley jordana a una mujer y a un individuo yihadistas, partícipes de una terrible masacre en Amman. La brutal muerte del piloto jordano no es la única en el macabro haber del EI. Se suma la ejecución de 5 occidentales, tres norteamericanos y 2 británicos más los 2 rehenes japoneses, después de exigir infructuosamente el rescate de 200 millones de dólares. Amnistía Internacional, por su parte, denunció la crucifixión de niños kurdos en Irak, sin que se descarte la amputación de manos y pies.

La intención de sembrar el terror más allá del mundo islámico tiene expresiones sangrientas como el atentado contra el semanario francés a cargo de agentes declarados de Al Qaeda, y aun en Latinoamérica si se confirman sospechas del supuesto asesinato del fiscal Nisman en Buenos Aires, por causa de posibles nexos del mismo signo.

El rey Abdalá II interrumpió su estadía en Washington para retornar a Jordania al conocer la ejecución del piloto cautivo hasta entonces. Antes de partir el monarca había sostenido una entrevista con el presidente Barak Obama.

A partir de diciembre pasado, Jordania puso fin a una moratoria de condenas a muerte que duró 8 años. La ONU sindica al EI de cometer crímenes de lesa humanidad a fin de despertar la inquietud del mundo sobre una atroz lucha sin principios, que no sea el fanatismo extremista. Sin embargo de llamados como el de la ONU y de otros organismos privados de paz, el fundamentalismo en sus diversas expresiones encuentra resonancias y declaraciones explícitas de apoyo en esta región geográfica, en nombre de nuevos rótulos de socialismo.

Los visibles proyectos de una guerra en el mundo árabe-islámico tienen inicio en la ocupación de territorios de Siria e Irak donde se hace fuerte el EI, sin contar otros focos como el de Afganistán. El EI es la punta de lanza para forzar una guerra en el Oriente acompañada por el terrorismo en Europa, acogedora de una formidable inmigración islámica. Si otros centros de poder del Asia entran en beligerancia bélica con Occidente, no distará nada una conflagración de efectos nucleares envolventes, comprometiendo la sobrevivencia de la humanidad posmoderna, sin excepciones. No obstante, no nos cansamos de atizar el fuego devastador.