Europa apura la vía diplomática en un intento desesperado por evitar una guerra abierta en Ucrania. Pese a carecer de un plan de paz concreto, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, se trasladaron al Kremlin para tratar de convencer al líder ruso, Vladímir Putin, de que dé un paso atrás en el país vecino. Es el último intento que le queda a la diplomacia europea para tratar de impedir lo que considera una escalada irreversible en el conflicto: el envío de armas al Ejército de Kiev que sopesa Estados Unidos.
Tras cinco horas de discusiones Merkel y Hollande abandonaron Moscú con el compromiso de mantener hoy una conversación telefónica a cuatro bandas con Putin y el presidente ucranio, Petró Poroshenko. Según un portavoz del Kremlin, se trabaja en un texto para un plan de paz que toma como base los acuerdos de Minsk.
Las conversaciones fueron “constructivas y sustanciales”, según los portavoces de los presidentes francés y ruso. Los tres mandatarios habían accedido a la sala donde se celebró la reunión con frialdad y sin estrecharse las manos ante los fotógrafos.