Amnistía para el mundo

En el inicio de cada año, el Papa convoca a todos los países del mundo a defender los derechos humanos como medio para preservar la paz, y, a través de ello, conseguir mejores condiciones de vida para todos mediante el disfrute de la libertad, la solidaridad y la justicia. Lógicamente, hace mención a la urgencia de proscribir las armas porque ellas son instrumentos de destrucción y muerte.

De alguna forma, lo que busca la Iglesia Católica es que los gobernantes, y muy especialmente los que poseen poder político, económico y social, comprendan que no puede haber paz ni concordia mientras subsistan la pobreza, el narcotráfico, la persecución a políticos, la carencia de una administración transparente de justicia, la limitación de las libertades, la violación sistemática a los derechos humanos.

La paz, bien máximo que el hombre busca, resulta ser una ilusión, especialmente por el hecho de que los grandes países poseedores de armas nucleares como son Estados Unidos, Rusia, China y otros, cifran sus progresos económicos y de toda laya en el poderío que demuestran al contar con instrumentos de muerte, armas nucleares, ya que tan sólo con el uso del cinco por ciento de ellas, el mundo podría ser destruido hasta el extremo de no dejar un ser vivo sobre la Tierra.

En la mayoría de las naciones -las pobres y subdesarrolladas especialmente- hay una especie de clamor por una amnistía general para todo el mundo; es decir, una compasión masiva de los poderosos para librar al planeta del peligro latente de una conflagración. Ese pedido se cifra también en la urgencia de comprensión por parte de los ricos y desarrollados a favor de que toda la población mundial alcance mejores condiciones de vida y no esté, como hasta ahora muchos países del Tercer y Cuarto Mundo, pendientes de ayudas que podrían suprimirse siempre que haya comprensión sobre la dignidad de los hombres que preferirían inversiones para ganar el sustento diario mediante la creación de riqueza con la provisión de empleo.

El mundo pide una amnistía total porque los males que afligen actualmente a la humanidad, tienden a ser mayores conforme transcurre el tiempo y debido a las tensiones permanentes que existen sea por razones políticas o económicas, dos condiciones de vida que esos países poderosos exigen para sí sin importar lo que ocurre con la mayoría de la población mundial.

El hombre ha buscado siempre el reinado de la paz y la unidad, factores fundamentales para la convivencia y logro del progreso de los pueblos; pero estas aspiraciones se han visto frustradas por las guerras, el armamentismo, el terrorismo, la corrupción y el narcotráfico que buscan destruir. Frente a estos graves peligros, convendría que Naciones Unidas y otras organizaciones, coordinen esfuerzos para lograr comprensión y acciones positivas de las grandes potencias para el logro de una amnistía total para los habitantes de la Tierra, amnistía que permita la supresión de todos los males que acechan a la humanidad.