Frente al equivocado intento de instalar en Bolivia una planta nuclear con el pretexto de tratar especialidades cancerígenas y alcanzar liderazgo energético en la región, no podemos menos que insistir en que su instalación conlleva una serie de riesgos que los entendidos en la materia los califican de alto peligro para la vida y la salud del ser humano, pero aún más, para el bienestar de la Madre Tierra, de la cual el Gobierno pregona su veneración dentro y fuera del país.
El economista Armando Méndez ha señalado: “una central atómica sería un problema terrible, un riesgo permanente para la sociedad boliviana”. La psicóloga social Elizabeth Peredo en un matutino local destaca: “La tragedia del Japón irradiada desde Fukushima ha causado la pérdida de miles de vidas humanas, ocasionando terribles consecuencias en la salud de la población por la contaminación radioactiva”. Una cita de Sebastián Castaño en la revista “Perspectiva” puntualiza: “En caso de un accidente nuclear sea por error humano o a causa de un fenómeno natural las consecuencias para una región serían devastadoras”.
El destacado periodista Raúl Peñaranda anota lo siguiente en una entrevista sostenida con el integrante del Partido Socialista de Suiza Elmar Ledergerber: “Su oposición a la energía nuclear se basa en los riesgos incalculables que entrañan esa actividad por los desechos tóxicos que genera y que son de muy difícil tratamiento y eliminación”.
El derecho a la vida es un derecho inalienable del ser humano por el solo motivo de existir y estar vivo, pero además, la salud forma parte de su diaria actividad. Por lo tanto, no pueden darse políticas de Estado que atenten contra ellas. De esta manera, es obligación de todo gobierno precautelar la vida y la salud del pueblo, del cual emerge su mandato.
El Art. 25 de la Declaración Universal de los DDHH establece: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar”. El Art. 4º de Convención Americana sobre los DDHH señala: “Toda persona tiene derecho a que se respete su vida desde el momento de su concepción”.
La Constitución Política del Estado Plurinacional contiene los siguientes mandatos: Art. 15º. “Toda persona tiene derecho a la vida y a la integridad física”. El Inciso 18º del Art. 16º señala “Toda persona tiene derecho a la salud”. El Art. 33º expresa: “Las personas tienen derecho a un medio ambiente saludable, protegido y equilibrado”. El Art. 344 destaca: “Se prohíbe la fabricación y uso de armas químicas, biológicas y nucleares en el territorio boliviano, así como la internación, tránsito y depósito de residuos nucleares y desechos tóxicos”. El Art. 13º determina: “Los derechos reconocidos por esta Constitución son inviolables, universales, interdependientes, indivisibles y progresivos. El Estado tiene el deber de promoverlos, protegerlos y respetarlos”. La Constitución no es solamente para que el pueblo la cumpla sino también para que el Estado lo haga en alto grado y plena responsabilidad.
En cuanto a los peligrosos impactos sobre la Madre Tierra, es suficiente trasladarse a las serias y reflexivas declaraciones del diputado socialdemócrata alemán Klaus Barthel: “Después de 28 años de Chernobyl hay lugares en los que no se puede consumir champiñones o la carne de animales salvajes porque sus niveles de radiación están por encima de los mínimos… Hay enormes territorios donde no se puede cultivar nada”.
En el año 2010 nuestro Gobierno tuvo la iniciativa de organizar la Conferencia Mundial por la Defensa de la Madre Tierra en Tiquipaya. En junio de 2014 también organizó la Cumbre Extraordinaria de Jefas, Jefes de Estado y de Gobiernos del G77 MAS China, en la cual se puso mucho énfasis en promover una base más ética en la relación tierra-seres humanos, así como la adopción de medidas para resguardar la salud y la integridad del ecosistema de la tierra. La Declaración de Santa Cruz abunda en detalles al respecto en sus puntos 31, 101, 156, 160, 210 y 211.
Finalmente, el físico Francesco Zaratti pone en claro lo siguiente: “Costo elevado de las plantas (nucleares) debido a los siempre mayores requisitos de seguridad, las exigencias descomunales de agua para el proceso de enfriamiento del reactor y los riesgos y costos que supone manejar escorias radiactivas. Se ha mencionado posible ubicación de la planta en el Altiplano paceño, una región que no se caracteriza por abundancia de agua”.
Es humano el cometer errores, pero también es humano el reconocerlos, tener el valor y la inteligencia de enmendarlos a tiempo para prevenir peligrosos resultados; y para un futuro mejor para Bolivia están las energías limpias y renovables con alta aceptación mundial.
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