Punto aparte
El nuevo MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) está incurriendo en censurables incoherencias, al haberse presentado camuflado con otras organizaciones políticas en las elecciones de 12 de octubre pasado y ahora, que tiene cinco diputados electos, independizarse y formar un bloque independiente.
De principio, lo que en términos ideológicos es inaceptable, es que el nuevo MNR se haya presentado en dichas elecciones en dos listas políticas diferentes. La una, identificada como de derecha, aunque aparentemente no es del todo así y, la otra, de centro, como es la democracia cristiana, que concilia posiciones de izquierda y de derecha.
Semejante conducta política descalifica al grupo que pretende ser el retoño del histórico MNR, como porta estandarte ideológico de una determinada causa partidaria. En todo tiempo y circunstancia, la ideología es la que define la clase de organización política que la distingue de las demás.
En buen romance, crear confusión o incurrir en suplantaciones es ilícito y oportunismo desvergonzado. Ninguna de estas posibilidades tiene que ser aceptada por el electorado y mucho menos por las organizaciones políticas que han sido víctimas de comportamientos tan reprochables.
Los que han sido favorecidos con los votos de las dos fuerzas políticas que incautamente los acogieron en sus listas de candidatos, incurrieron en flagrante grosería política, sin parangón en la historia partidaria del país, al menos en los últimos 60 años.
Al constituirse en otro bloque político, distante de los que les dieron la posibilidad de ser elegido, en el futuro muy bien puede prestarse a turbias maniobras, dados sus antecedentes. Unas veces puede aliarse con el oficialismo y otras simular ser parte de la oposición.
El nuevo MNR cree que ha descubierto la piedra filosofal, pero en el fondo, eso de tener en la manga las dos opciones, le resta toda responsabilidad y honorabilidad. El doble juego es sucio, puesto que atenta contra todos los valores políticos y sociales.
La UD (Unidad Democrática) estaría en lo correcto al demandar para sí los curules que le pertenecen, porque con su sigla y su programa de gobierno incluyó en sus listas de aspirantes a diputados del MNR. Ha sido una apertura, aunque parcial, que todos exigían que adopten los partidos que se identificaban como opositores.
En aquel sentido habló un portavoz de UD, diciendo que se crearon las condiciones para la eventual disolución del pacto político con el MNR que, en su concepto, ha sido suplantado por otro: MAS-MNR.
Añadió que “el MNR unilateralmente rompió el acuerdo. Es una decisión que la evaluaremos en UD. En caso de (adoptarse) una ruptura, UD podría reclamar los curules que actualmente ocupa el MNR”.
El PDC tal vez adopte igual temperamento, pues, al igual que UD, ha sido traicionado por los candidatos del MNR que, bajo su sigla, consiguieron también diputaciones.
En caso de no procederse de esta forma en UD y PDC, harían suponer que ambos se están prestando al juego sucio de los diputados del MNR en la Asamblea Legislativa, al permitirles que se presten a cuanta maniobra política se les ocurra poner en práctica.
De acuerdo con observadores de la elección de comisiones y comités en la Cámara de Diputados, el sorpresivo accionar de los nuevos movimientistas facilitó a que el MAS se apropie de las presidencias que correspondían a los opositores.
Los diputados de Convergencia Nacional, en la pasada legislatura, mostraron igual falta de escrúpulos. No precisamente por coincidencias políticas con el oficialismo, sino por otras razones non santas. Tal experiencia, vivida por CN, se presta a recordar lo que decían las abuelas: “Poderoso Señor es Don Dinero”. O, peor aún: “Todos tienen un precio”.
En el primigenio MNR hubo muchas confrontaciones ideológicas y pugnas personales, pero jamás ocurrió lo que ahora está sucediendo, en el grupo que pretende surgir de su seno. Aquellas diferencias derivaron en la formación de hasta tres nuevos partidos (MNR Auténtico, Partido Revolucionario de Izquierda-PRI y MNR de Izquierda), pero siempre lo hicieron de frente, poniendo la cara, actuando de forma abierta. O sea, sin dobleces.
A los neófitos en política, resulta pertinente decirles que ésta es una ciencia, no un medio de aprovechamiento o figuración. Adicionalmente, aquellos que empiezan a incursionar en política deben empezar por respetar a la ciudadanía, cualquiera sea el país donde actúan.
Con mayor razón, cuando están habilitados para votar, pues ofenden la fe pública, al aparentar que están dispuestos a constituirse en servidores públicos, aunque, en el fondo, no están haciendo otra cosa que engañar. ¡Ser simplemente unos bribones!
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