Los bajos precios del petróleo, consiguientemente del gas, han determinado que haya menos ingresos, lo que, a su vez, reduce la capacidad de gasto del Gobierno. Hay muchas obligaciones que en tiempos de bonanza se han creado; hay bonos que no pueden ser suprimidos; hay obligaciones de inversiones programadas y, por supuesto, hay más intereses que cancelar por los préstamos contraídos y a los que se agregó dos partidas, cada una de 500 millones de dólares, de bonos soberanos que colocó el Gobierno pagando intereses y que ya, al mes de diciembre de 2013, se tuvo que pagar la primera obligación por intereses consistente en 25 millones de dólares.
Los funcionarios más optimistas creen que los precios del petróleo serán mayores en poco tiempo; pero todo hace ver que no llegarán en el inmediato plazo, a los montos elevados que tenían hasta hace pocos meses. En todo caso, si hay subida será a un máximo de $us. 80 el barril, monto que está muy lejos de lo que regía antes. Para nuestra economía aún habría posibilidades de hacer frente a la crisis porque los precios del gas aún están elevados conforme a contratos, pero ello será por muy poco tiempo.
El caso de la minería también es patético porque la poca demanda en los mercados y la excesiva producción en países como China, Brasil y otros da lugar a que los precios sean bajos y, en el caso de Bolivia, país eminentemente minero, las perspectivas son mínimas de que hayan mejores cotizaciones. Otras materias primas como la soya, que exportamos, tampoco tiene posibilidades de subir de precio.
Corresponde, pues, ante el panorama que se presenta, que el Gobierno actúe con mucha prudencia, medida y austeridad en los gastos; que se convenza, conforme a cuadros de realidad nacional y mundial, que han pasado los tiempos de bonanza en que había posibilidad de gastar “a manos llenas”, como se lo hizo y que, más temprano que tarde, derivará en consecuencias graves.
Muchas veces, en anteriores gobiernos, ante falencias de liquidez para atender las obligaciones, el recurso fue acudir a préstamos y muchos de ellos en la banca internacional con altos intereses y hasta pago de comisiones. Esta vez, es de esperar que el Gobierno no recurra a medida tan onerosa y que implicaría serios perjuicios. Las posibilidades del país, con las exportaciones de gas al Brasil y la Argentina, permiten tener el suficiente dinero para atender toda obligación sin necesidad de préstamos o ayudas.
Lo importante ahora es aumentar la producción de rubros que aún no han incursionado en el mercado internacional; en otras palabras, lograr importante caudal de divisas mediante el trabajo y la diversificación de las exportaciones. Hay mucho que puede hacer la industria nacional, la artesanía y otras fuentes de producción que están pendientes tan sólo del reglamento de inversiones para ampliar sus actividades.
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