Hilarión Chinahuanca Siñani
“Todos aprenden de todos, cada uno es maestro de sí mismo y de los demás”.- Gonzales e Illescas.
Desde los tiempos de la colonia hasta nuestros días ha quedado soslayada la metodología de aprendizaje integral, holístico y la relación con la naturaleza y cosmos. Por el contrario, la enseñanza-aprendizaje que se imparte en todos los niveles de la educación es disciplinaria, mecánica, ahistórica, improductiva y opresora. Aún continúa la escolarización descontextualizada, a pesar de las reformas educativas y de las buenas intenciones. Todavía se conserva una enseñanza individualizada y competitiva.
En la antigüedad, niños y adultos no estaban separados artificialmente. Los niños aprendían desde el vientre materno con sus diferentes movimientos, se comunicaban continuamente con sus padres y desde la niñez con la guía de sus padres aprendían viendo lo que hacían en la vida diaria. Por lo tanto, gradualmente enseñaban a trabajar a sus hijos en las faenas agrícolas y ganaderas. Es decir, la misión de los padres fue enseñar a los niños a hacerse cargo de su futuro, por entonces se impartía un aprendizaje práctico en los diferentes espacios a través de una mutua cooperación y de solidaridad.
El pueblo aymara tenía su propia forma de enseñanza-aprendizaje, donde la experiencia cotidiana fue su principal escuela de auto-aprendizaje intergeneracional, el modelo mental de los pueblos y comunidades aymaras privilegia la experiencia personal y comunitaria. Asimismo, recibían una enseñanza práctica, manual y utilitaria, con base en la cultura de la vida de generación en generación, de padres a hijos, la cual estaba interrelacionada con la naturaleza y el cosmos.
El aprendizaje comunitario y cósmico comprende “los caminos o THAKINAKA”: Jisk’a Thakhi (primaria), Taypi Thakhi (secundario) y Jach’a Thakhi (Superior) como procesos de construcción y producción de saberes y conocimientos desde la dimensión de la experiencia, donde los miembros de la comunidad, considerados “Jaqi” (pareja), realizan su formación en el caminar de la vida, para y por los servicios a la comunidad en contacto con la Madre naturaleza. Además, en los diferentes espacios no existe el que sabe más o el que sabe menos, por el contrario, el que sabe más enseña al que sabe menos y el que no sabe pregunta al que sabe. Es decir, todos aprenden de todos de una manera colectiva en base al ayni. Esta forma de ayuda en el proceso de formación es considerada como mediador de aprendizaje comunitario.
El proceso aprendizaje de nuestros antepasados posee como base la experiencia cosmovivencial de niños, jóvenes y adultos de cada Ayllu, marka, suyu y sapsi. Es decir, los niños se orientaron por contacto directo a través de su participación activa en la vida social de la comunidad. Los niños y las niñas desde temprana edad se insertan a las actividades diarias junto al abuelo o abuela, padre o madre para potenciar el aprendizaje natural e intuitivo.
Las diferentes actividades cotidianas efectuadas se centran en la comunicación y el diálogo sobre la experiencia, llegando a ser ésta la base fundamental del nuevo conocimiento propio. Y es que la madre naturaleza presenta al aprendiz elementos naturales, como: lugares sagrados, ríos, montañas, bosques, lagos, animales, aves, astros y otros. De ahí surgen las metodologías inherentes a los espacios de interrelación educativa, porque aprender significa desenvolverse colectivamente generando nuevos saberes dentro los contextos propios orientados para las actividades productivas y comunitarias. Mencionaremos alguno de ellos:
El aprendizaje natural e intuitivo: bio-indicadores (lumasanaka), en el mundo aymara la naturaleza es la guía del aprendizaje comunitario, el hombre y la mujer aymara sabe cuándo habrá poca o mucha lluvia, buena o mala cosecha, porque la Naturaleza comunica a través del movimiento de la luna, de las estrellas, animales, aves y plantas.
En efecto, el mundo aymara practica la iwxa (aprendizaje por recomendación), que es fundamental para las nuevas generaciones, para que tomen conciencia de su identidad cultural, de los valores morales y psicológicos orientados hacia el bien vivir (suma qamaña). Asimismo, las iwxas eran enseñanzas y mensajes educativos del proceso de crecimiento del individuo comunitario.
El pueblo aymara se caracteriza por conservar el aprendizaje oral. Es decir, los cuentos, poesías, adivinanzas, refranes, chistes, trabalenguas y pensamientos son aprendizaje milenarios que se han logrado mantener viva la identidad cultural del hombre andino hasta nuestros días.
En cuanto se refiere al aprendizaje oral, se ha desarrollado paulatinamente en sus diferentes espacios de la cultura aymara. Es así, los refranes aymaras son textos educativos, ya que los ancianos y amautas mayores de edad son los que transmiten mensajes a niños, jóvenes y adultos de generación en generación.
En este sentido, la “pedagogía” y la “andragogía” comunitaria y cósmica se caracterizan por ser permanentes, completas, circulares y cíclicas porque generan compromiso, sensibilización, integral, holístico. El proceso de enseñanza-aprendizaje es una continua acumulación de valores basados en ayni, ayllu, tambo, tumpa, muyta, que permite no sólo teorizar acerca de la comunidad sino una verdadera práctica comunitaria, donde están estrechamente interrelacionadas la naturaleza y la realidad.
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