Dos lecturas recientes me han hecho meditar sobre lo que está sucediendo en el país y sus efectos hacia el futuro nacional.
El primero, la interpretación que nos ofrece Luis Antezana Ergueta, en la última versión de la Hoja del Sur, bajo el título: “Evo positivista; Álvaro neo populista”. Se sustenta en la afirmación de este intelectual del gobierno que afirma:
“En el socialismo existen muchas formas de propiedad y de gestión de la riqueza: …propiedad privada, estatal, comunitaria y una forma de administración de la riqueza que tiene la llave del futuro, la comunitaria”. Esta última frase me lleva a pensar que lo que se busca es retornar a un pasado totalmente utópico que, cuando menos en el campo, ya no se practica.
La segunda lectura asociada a esta forma de pensar, es el brillante análisis que realiza Andrés Oppenheimer, con su best seller mundial: ¡Basta de historias!, en el cual con una investigación de campo que cubrió visitas a China, la India, Singapur, Finlandia, Suecia, Israel y “otros países de diferentes colores políticos, pero que -cada uno a su manera- han logrado mejorar sus niveles educativos y reducir dramáticamente la pobreza”. Y luego “viajé a México, Brasil, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos para ver qué estamos haciendo -de bueno y de malo- en la región”.
El tema clave para avanzar en la economía y el desarrollo social, según Oppenheimer, es la calidad de la educación y el mirar hacia el futuro y no desenterrar cadáveres de expresidentes, o de líderes del pasado, para exhibirlos ante multitudes como un culto a la excelencia del pasado. En su prólogo señala: “los presidentes de Bolivia y Ecuador se proclaman herederos de legados históricos que -siguiendo los pasos de Chávez- evocan constantemente para consolidar sus propios proyectos de acaparamiento de poder y justificar la ‘refundación’ de sus países bajo nuevas reglas que les dan poderes absolutos”.
Volviendo al tema central, la Educación: “según encuesta del BID, de 40.000 personas en 24 países de la región, los latinoamericanos están satisfechos con sus sistemas educativos. PERO, en el ranking mundial que se realiza periódicamente sobre la calidad de las universidades, sólo una (1), la UNAM de México se ubica en el puesto 190”.
Una explicación, es el considerable aumento de graduados en ciencias sociales, desde fines de los años noventa. Entre el conjunto de egresados de maestrías en Latinoamérica, 42% ha obtenido su título de posgrado en ciencias sociales, 14% en ingeniería y tecnología y 5% en ciencias agrícolas.
Otro dato relevante, Latinoamérica aporta con menos del 2% de la investigación mundial. “Comparativamente, 28% de la inversión mundial en este rubro tiene lugar en los países asiáticos, 30% en Europa y 39% en Estados Unidos”. Para completar este cuadro dramático: “China invierte el equivalente a 1.4% de su PIB en investigación y desarrollo, contra 0.9% del Brasil, 0.6% de Argentina, 0.4% de México, o 0.1% de Colombia y Perú”.
¿Con qué aportamos nosotros? Bueno, insistimos en pelear como patrimonio de la humanidad ciertos tipos de baile, frente a Chile y Perú, o en lograr el récord de Guinness, por la interpretación de la morenada por más de 3.000 músicos y nos enfrentamos a Perú, por la paternidad del “chairo” (Ver mi libro: “Entre el Alma y el Chairo”, 2013).
¡Viva el pasado, adiós futuro!
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