Es lamentable observar cómo actúan por angurria de poder muchos dirigentes políticos y algunas personalidades, incluso algunos que fueron rectores de universidades. Estas instituciones en una época fueron bastiones frente a tiranías que se dieron desde 1952 a 1964. Se comprendía que la universidad es el templo de las ideas, de la formación integral de los hombres. La rebeldía, la lucha ideológica y el enfrentamiento de convicciones impulsaban la búsqueda de verdaderos cambios sociales, económicos, al igual que los que surgieron con la Revolución Francesa, la mexicana y otros grandes acontecimientos.
Pero más que ideales, ética y moral, pudo la tentación de conseguir fácilmente réditos económicos mediante el colaboracionismo, ni siquiera a partidos políticos con ideología, doctrina o ideales de lucha. Todavía estos señores cínicamente hablan de haber sido invitados y se presentan como candidatos fogosos en sus exposiciones. Sin embargo carecen de ideas y sólo muestran un afán de lograr éxito económico a como dé lugar, lo que ya se ha hecho costumbre en el quehacer político, hoy mercantilizado ante el derroche frívolo de dineros que circulan en las entidades del Estado y de gobiernos departamentales o alcaldías.
Pero no despiertan expectativas ciudadanas, pues no hay esclarecimiento concreto de lo que pretenden a favor del pueblo; su presencia es dudosa u oscura; no hacen conocer cómo debe participar la ciudadanía en la toma de decisiones para que exista consenso social y sean atendidas las necesidades sociales. Quieren poder a secas, sin entender que no se lo podrá tener si no se tiene valores éticos y morales.
A ello se debe el “pasapasismo” de quienes van de un partido o agrupación política a otro. Si son marginados de sus partidos, con facilidad forman sus agrupaciones políticas o se prestan siglas, si es que no las han adquirido comercialmente para intentar escalar posiciones y luego, sin vocación de servicio, tener oportunidad de usufructo. Así surgen candidaturas con una mascarada electoral grotesca y con gran dispendio económico.
Ya no se tiene líderes políticos que sean ejemplo de dignidad y honradez. Se utiliza un doble discurso, pues mientras se manifiesta abiertamente que el neoliberalismo, que la derecha es responsable de la postergación del país, se recurre y se consigna como candidatos a quienes eran activos militantes en partidos de derecha, aunque con antecedentes funestos por sus desaciertos, impostura y corrupción.
La ausencia de hombres con virtudes ciudadanas es sorprendente en Bolivia, parecería haber una degeneración espiritual, no hay madura conciencia política y social. Ridículamente un candidato compara las elecciones subnacionales con una vieja película, creyéndose el bueno ante los feos y los malos. Otra candidata dice que por nadie fue conquistada, pero con descaro se arrima al partido en función de gobierno. Qué vergüenza.
No se tiene candidatos con carácter innovador que busquen vías conducentes al porvenir y que vean al propio tiempo las diferencias entre el pasado y lo que sucede hoy. Hemos ingresado a una época decadente, parecería que ya no hay hombres que sean ejemplo de moral, como el patriota Oscar Únzaga de la Vega, asesinado por liderar al pueblo con su partido FSB, por quienes sometieron al pueblo con persecución, cárceles, campos de concentración como el de Curahuara de Carangas y otros, desde 1953 a 1959.
Alegra que miles de bolivianos que abrazaron y abrazan los ideales de aquel caudillo no estén mezclados en este carnaval electoral con comparsas ridículas de todo colorido, en esta ceremonia política con cofradías que ocultan intereses subalternos, ineptitud e improvisación.
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