La crisis que ha ocasionado la baja de los precios del petróleo ha dado lugar a que, especialmente en los países pobres, se presenten situaciones de confusión sobre los posibles remedios o, por lo menos, la forma para paliar las consecuencias. Hay preocupación, en la mayoría de ellos, por contraer préstamos -en casos, recurrir a ayudas- y, con ello, dar solución a numerosos problemas que, habiendo dinero, resultaba más fácil enfrentarlos.
Lo cierto es que no se puede estar confiados solamente en el dinero para combatir a la crisis, teniendo conciencia de que no sólo el dinero es factor de solución para los problemas que se presenten, sino también otro tipo de emprendimientos necesarios a ser cumplidos.
En primer término, no pueden subsistir políticas de gastos dispendiosos como cuando había dinero; en todo caso hay que disminuir esos gastos y, en lo posible, suprimirlos. No puede haber inversiones en lo que realmente no se necesita. Es urgente disminuir la burocracia gubernamental que, por urgencias y exigencias político-partidistas, se la incrementa grande y gravemente.
Es necesario revisar presupuestos asignados a las diferentes reparticiones del Gobierno y disminuir en esas partidas aquello que pueda ser prescindible. Es urgente atender lo más necesario, como son la educación y la salud con inclusión de aumentos presupuestarios, porque son rubros que de ningún modo pueden sufrir mermas y, por el contrario -y hasta como medio mediato para superar la crisis- es urgente que tengan soportes firmes para hacer frente a las dificultades.
No es, pues, sólo con dinero que se puede solucionar el problema de los menores ingresos por las ventas de gas. Existe el rubro de la producción que debe ser atendido con mucho esmero y responsabilidad, puesto que de esa producción dependerá en muchos casos suplir productos que, en tiempos de auge, son importados, sin darse importancia al producto nacional. Esa mayor producción, además, será factor para crear más empleo y la misma percepción de sueldos y salarios por quienes precisan de un trabajo, contribuirá a mejorar la economía.
Finalmente, es urgente -especialmente para nuestro caso- aprobar los reglamentos a la Ley de inversiones con miras a que tanto el capital nacional como el extranjero puedan invertir en el país porque habrá reglas de juego que garanticen las inversiones que creen riqueza y generen empleo.
Por otro lado, es preciso desestimar la posibilidad de conseguir créditos que endeuden más al país; por el contrario, pensar seriamente en pagarlos en la medida en que se pueda lograr éxitos con las medidas a ser tomadas. Tampoco sería aconsejable recurrir a ayudas o apoyos de instituciones o gobiernos amigos porque es muy digno que empecemos a valernos por nosotros mismos, sin estar pendientes de los limosneros que dañan nuestra dignidad y anulan nuestras posibilidades de salir de la crisis.
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