El toreo

Carlos Carnicero, que era nuevo en esta plaza de la tauromaquia el pasado año, vuelve a vestirse de periodismo y oro, porque el debut de este importante semanario que dirige, con mando y temple en otras materias de diversa índole, resultó tan triunfante, tan exitoso, que dicen los hispanoamericanos, que ha dado en repetir por exigencias de la afición, de unos lectores, muchos de ellos jóvenes, que desean conocer cosas del toreo, de una fiesta de la que no han recibido demasiada información, fuera de la crítica de la corrida de cada día, que les sirva para mejor conocer lo que ha sido diversión del pueblo español durante siglos, sin olvidar lo que les solaza a los galos del sur de Francia, a los portugueses y digamos a muchos países que hablan el idioma de Cervantes.

No hemos querido remontarnos a los orígenes de un espectáculo que según el Conde de las Navas, se nos va el año 1080, con motivo del matrimonio celebrado entre el Infante Sancho de estrada y Doña Urraca Flores, aunque la intervención del toro en la ceremonia nupcial es anterior y co-mún a la mayor parte de las regiones de España.

En el medio de difusión Panorama nos han ayudado en la tarea de informar sobre un ayer lejano y cercano de un espectácu-lo único MARIANO LÓPEZ, nos ha corrido el toro de la coordinación con tanta paciencia como temple, moderando nervios que se perdían a medida que las hojas del al-manaque pasaban.

En Bolivia, hablar de la tauromaquia es hablar del Centro Taurino Boliviano, dentro de su historial está la creación de la Escuela Taurina “Néstor Palazuelos” en su largo período de funcionamiento la Escuela Tau-rina formó a grandes valores en el país, es el caso de David Portillo “Portento”, Agus-tín Peñaranda “Rubial”, José Luis Monje “Guadalupano”, Dámaso Ortiz “Currito”. Roberto Vizcarra “Vizcairo”, René Loza Calderón, Carlos Duchen y Víctor Miranda “Periodista Taurino”.

Las primeras prácticas em-pezaron en el Coso del “Olimpic” en la zona de San Pedro, su dueño, el gran afi-cionado don Néstor Palazue-los, fue el impulsor de las actividades, después de su muerte nadie pudo llenar el gran vacío que dejó. Los to-reros bolivianos sacan pa-ñuelos en señal de triunfo al redondear una faena de an-tología dentro de un ambien-te poco común de hombres valientes y de mujeres her-mosas. . . ¡Olé!